Vivir en el pasado es un pasatiempo favorito y elegido de muchas personas en todas partes. Los individuos y las clases, las naciones y las razas, las regiones y las localidades, todos son adictos a su versión de la Edad de Oro en el pasado.
Esto no es todo. Al estar rodeado en muchos casos con los logros y las glorias del pasado, la gente asume que estas cosas son sus propios logros. Hombres sin fe han vivido cerca de las catedrales de la Edad Media y otros monumentos del pasado y actuaron como si esta grandeza pasada de alguna manera se acumuló a ellos. En Estados Unidos los monumentos de una cultura puritana son tratados por los descendientes y los actuales habitantes como sus méritos presentes, aun cuando ellos desprecian la fe puritana. A través del mundo occidental, tenemos demasiados pigmeos que viven entre las ruinas y reliquias del pasado, como si la grandeza pasada significa su grandeza también.
Europa y América no están solas en esto. En todo el mundo, algunos segmentos de varias culturas miran hacia el pasado, un pasado que ellos nunca hicieron ni pueden reduplicar, y actúan como si el pasado fueron sus logros. Al mismo tiempo, estas personas son un impedimento al desarrollo de un mejor hoy y mañana.
... De hecho, tenemos que ver los cambios como oportunidades enviadas a nosotros por la gracia de Dios. Para citar sólo dos ejemplos, el Sur norteamericano y el Oeste norteamericano han cambiado dramáticamente y radicalmente desde la Segunda Guerra Mundial. Por mucho que nos hubiera gustado el pasado, tenemos que reconocer que se ha ido, y que el presente viene de la mano de Dios y es un reto para el nuevo crecimiento y la grandeza. Si no estamos en Cristo, somos hombres muertos, y todos nuestros días y mañanas sólo enfatizarán el hecho de que estamos muertos e irrelevantes.
Vivir en el pasado es muy reconfortante. Sus problemas se han ido, y sólo quedan sus monumentos. En todos los países, los hombres viven con orgullo y nostalgia en los términos de su pasado. En los Estados Unidos, los nuevos ingleses, los orientales, los sureños, e incluso algunos occidentales, que tienen muy poco pasado, pueden decirte cuán maravillosas fueron las cosas antes de que "ellos" llegaron y las destruyeron. Es una manera superficialmente consoladora de vivir, pero su promesa es la muerte. Para detener el pasado en cualquier país o lugar es convertirlo en un cementerio, o en el mejor de los casos, en un museo. Este parece ser el objetivo de la mayor parte del mundo occidental. Una expresión de hace unos años acertadamente declaró este estado de ánimo: "Paren el mundo. Me quiero bajar.". Esta es una voluntad de suicidio.
Uno no puede vivir ante Dios sin vivir en términos del presente y el futuro, aunque con un respeto por el pasado ...Para nosotros, debe ser un hecho teológico. Dada la doctrina bíblica de Dios y su plan de la predestinación, la meta futura del Dios trino determina el presente y el pasado. La crucifixión, la segunda venida, y la nueva creación determinan toda la historia hasta Adán, y detrás de Adán al primer día de la creación. Vivir en Cristo es, pues, vivir en términos del presente y del futuro. Los cementerios de la historia son los lugares para los que viven en el pasado. Tenemos un futuro, y este viene del Señor.
Por R. J. Rushdoony
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LIVING IN THE PAST
Living in the past is a favorite and chosen pastime of many people everywhere. Individuals and classes, nations and races, regions and localities, all are addicted to their version of the Golden Age in the past.
This is not all. Being surrounded in many cases with the achievements and glories of the past, people assume that these things are their own accomplishments. Men without faith have lived near the cathedrals of the middle ages and other monuments of the past and acted as though this past greatness somehow accrued to them. In the United States the monuments of a Puritan culture are treated by descendents and present inhabitants as their present merit, even while they despise the Puritan faith. Throughout the Western world, we have all too many pygmies living among the ruins and relics of the past as though past greatness means their greatness too.
Europe and America are not alone in this. All over the world, some segments of various cultures look back to the past, a past they never made nor can reduplicate, and act as though the past were their accomplishment. At the same time, such people are an impediment to the development of a better today and tomorrow.
...In fact, we need to see changes as opportunities sent to us by the grace of God. To cite but two examples, the American South and the American West have change dramatically and radically since World War II. However much we may have liked the past, we need to recognize that it is gone, and that the present comes from the hand of God and is a challenge to new growth and greatness. If we are not in Christ, we are dead men, and all our days and tomorrows will only emphasize the fact that we are dead and irrelevant.
Living in the past is very comforting. Its problems are gone, and only its monuments remain. In every country, men live proudly and nostalgically in the terms of their past. In the United States, New Englanders, Easterners, Southerners, and even some Westerners, who have very little past, can tell you how wonderful things were before "they" came in and destroyed them. It is a superficially comforting way to live, but its promise is death. To arrest the past in any country or place is to turn it into a cemetery, or, at best, into a museum. This seems to be the goal of much of the western world. An expression of a few years ago aptly stated this frame of mind: "Stop the world. I want to get off." This is a will to suicide.
One cannot live under God without living in terms of the present and the future, albeit with a respect for the past... For us, it must be a theological fact. Given the Biblical doctrine of God and His plan of predestination, the future goal of the triune God determines the present and the past. The crucifixion, second Advent, and the New Creation determine all history back to Adam, and behind Adam to day one of creation. To live in Christ is thus to live in terms of the present and the future. The graveyards of history are the places for those living in the past. We have a future, and it comes from the Lord.
By R.J.Rushdoony
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