Saturday, May 26, 2012
EL PRIMER MANDAMIENTO (English)
El prólogo de los Diez Mandamientos no sólo introduce la ley en su conjunto, sino que conduce directamente al primer mandamiento.
Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra
de Egipto, de casa de servidumbre.
No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:1-3).
En esta declaración, Dios se identifica Él mismo, primero, como Jehová, el autoexistente y absoluto. Segundo, Él recuerda a Israel que Él es su Salvador, y que su relación con Él ("tu Dios") es por tanto una de gracia. Dios escogió a Israel y no Israel a Dios. Tercero, la ley es dada a la gente de gracia. Todos los hombres ya están juzgados, caídos y perdidos, todos los hombres están bajo la ira de la ley, un hecho que la montaña temblorosa y el hecho de la muerte por la aproximación profana subrayaron (Ex. 19:16-25). La ley es dada a las personas salvas por la gracia como su camino de gracia, para exponer el privilegio y la bendición del pacto. Cuarto, se deduce entonces que la primera respuesta de la gracia, así como el primer principio de la ley, es este: "No tendrás dioses ajenos delante de mí."
Al analizar este mandamiento, debemos examinar las implicaciones de este citado por Moisés:
Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos,
que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongaís
por obra en la tierra a la cual pasaís vosotros para tomarla;
para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus
estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú,
tu hijo y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus
días sean prolongados.
Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra: para que te vaya bien
en la tierra que fluye leche y miel,
y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios
de tus padres (Deuteronomio 6:1-3).
Primero, la razón de la entrega de estos mandamientos es para despertar el temor de Dios, y ese temor incite obediencia. Porque Dios es Dios, el señor absoluto y dador de la ley, el temor de Dios es la esencia de la cordura y el sentido común. Apartarse de un temor de Dios es carecer de cualquier sentido de la realidad. Segundo, "El mantenimiento del temor de Dios traería la prosperidad y el incremento de la nación prometido a los padres . . . . El aumento de la nación que se había prometido a los patriarcas desde el principio (Gen.12:1; . . . ver Lev. 26: 9)." Por tanto, es necesario mantener este temor y la obediencia de generación en generación.
Por R.J. Rushdoony Los Institutos de la Ley Bíblica pág. 15
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THE FIRST COMMANDMENT
The prologue to the Ten Commandments introduces not only the law as a whole but leads directly to the first commandment.
And God spoke all these words, saying,
I am the LORD thy God, which have brought thee out of the land
of Egypt, out of the house of bondage.
Thou shalt have no other gods before me (Ex. 20:1-3).
In this declaration, God identifies Himself, first, as the LORD, the self-existent and absolute One. Second, He remains Israel that He is their Savior, and that their relationship to Him ("thy God") is therefore one of grace. God chose Israel, not Israel God. Third, the law is given to the people of grace. All men are already judged, fallen, and lost; all men are under the wrath of the law, a fact which the quaking mountain and the fact of death for unhallowed approach underscored (Ex. 19:16-25). The law is given to the people saved by grace as their way of grace, to set forth the privilege and blessing of the covenant. Fourth, it follows then that the first respond of grace, as well as the first principle of the law, is this, "Thou shalt have no other gods before me."
In analyzing this commandment, we must examine the implications of it cited by Moses:
Now these are the commandments, the statutes, and the judgments,
which the LORD your God commanded to teach you, that ye might
do them in the land whither ye go to possess it:
That thou mightest fear the LORD thy God, to keep all his
statutes and his commandments, which I command thee, thou, and
thy son, and thy son's son, all the days of thy life; and that thy
days may be prolonged.
Here therefore, O Israel and observe to do it: that it may be well
with thee, and that ye may increase mightily, as the Lord God of thy
fathers hath promised thee, in the land that floweth with milk
and honey (Deut. 6:1-3).
First, the reason for the giving of these commandments is to awaken the fear of God, and that fear may prompt obedience. Because God is God, the absolute lord and law-giver, fear of God is the essence of sanity and common sense. To depart from a fear of God is to lack any sense of reality. Second, "The maintenance of the fear of God would bring prosperity, and the increase of the nation promised to the fathers. . . . The increase of the nation had been promised to the patriarchs from the very first (Gen.xii.1;. . . cf. Lev. xxvi. 9)." It is therefore necessary to maintain this fear and obedience from generation to generation.
By R.J. Rushdoony The Institutes of Biblical Law p. 15
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