Las palabras revelan nuestra fe, nos dicen acerca de nuestro mundo, y manifestan nuestras presuposiciones. Una palabra especialmente importante es jurisdicción. Viene de dos palabras latinas, jus, ley, y dico, decir. El que tiene jurisdicción es el que declara la ley, cuya palabra es la
palabra obligatoria, autoritaria para esa area o esfera de la vida y pensamiento.
La
jurisdicción es un hecho esencialmente religioso: nos dice quién es el
dios sobre una esfera o área en particular; nos revela quién
declara la ley para ese dominio. En otras palabras, nos muestra quién es el Señor.
Toda la premisa y la afirmación de la Escritura es que la tierra es del Señor,
eso, porque Él hizo todas las cosas, ordenó y ordena todas las cosas. Dios,
el Señor es el único Señor y dador de la ley sobre todo el cielo y la
tierra, sobre todo aspecto de la creación (Ex. 9:29; Dt.10:12-14; Sal. 24:1; 1 Co. 10:26). Toda
la creación por lo tanto, está bajo la jurisdicción de Dios, que declara: "Yo
Jehová, éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi
alabanza a esculturas" (Is. 42:8). La jurisdicción de Dios es total, y Él no la comparte con nadie. Los
hombres sólo pueden ejercer autoridad válida y dominio bajo Dios, en fidelidad a su ley, y en términos de la soberanía de Dios y el reino. Sólo Él es el Señor. (El término más usado para Jesucristo en el Nuevo Testamento es en realidad Señor).
Fue la esencia del paganismo que reservó la soberanía para el hombre y este mundo. Los dioses eran espíritus poderosos que podrían ser usados, tenían que ser aplacados, y podrían ser abandonados si fallaban al hombre. Para el pagano, los dioses eran poderes para hacer frente, pero la soberanía, y la elección de dioses, permaneció con el hombre. El Estado reservaba para sí, el derecho de reconocer o abolir dioses. El senado romano por lo tanto, podría hacer dioses a voluntad por los actos del senado. Así, incluso los dioses se encontraban bajo la jurisdicción del
Estado, y su existencia legal o lícita dependía del estado.
Fue por esta razón que el conflicto entre Cristo y los Césares era inevitable, entre la iglesia y la doctrina pagana del estado. Esto fue un conflicto librado en Asia, África y Europa. Las
doctrinas de la Escritura requirieron y requieren cristianos declarar que César está bajo la jurisdicción de Cristo no, Cristo bajo César.
...
Porque todo el cielo y la tierra son creación de Dios, y porque el
hombre es creado a imagen de Dios, Dios es el gran e ineludible hecho;
el conocimiento de Dios es el conocimiento ineludible. Cuando
el hombre suprime o niega en iniquidad o injusticia ese
conocimiento, ellos no pueden evadir la necesidad de Dios, y por lo tanto declaran o crean nuevos dioses a su imagen, o en términos de su
imaginación (Rom. 1:18-25). El más poderoso, y el más mortal, de estos nuevos o dioses falsos, a través de los siglos, ha sido el estado. El
estado como un dios falso, demanda la jurisdicción total, y se declara soberano
o dios: es, en términos del antiguo paganismo, Hegel y el
pensamiento político moderno, dios caminando sobre la tierra. Los
hombres, después de haber negado al Dios verdadero, no pueden escapar
tener un dios, y el estado moderno es el gran Baal (o Señor) del hombre
moderno. El clamor del hombre moderno es un clamor político: "¡Baal, respóndenos!" y sálvanos (1 Reyes 18:26). Aquí
está la idolatría, y por mucho tiempo la iglesia ha permanecido en
silencio ante ella, o ha instado a su pueblo a someterse a Baal, en
el nombre de Jesucristo: a su idolatría, ha agregado blasfemia.
... En una u otra área, los hombres reclaman "derechos" humanistas o jurisdicción. Los
abortistas reclaman que una mujer tiene derechos soberanos sobre su
cuerpo y su hijo por nacer, el homosexual reclama que,
donde su acción con otras personas que consienten está en juego,
sólo él tiene jurisdiccción. En un área tras otra, el hombre moderno, en desafío a Dios, reclama una jurisdicción independiente.
El resultado es a la vez la anarquía moral y la impotencia. Con
más y más personas demandando una jurisdicción moral en desafío a la ley
de Dios, el escenario social se vuelve cada vez más anárquico, la familia declina, las vocaciones pierden su disciplina, las
escuelas no educan, las iglesias confirmar pecadores de sus pecados,
y los hombres están en guerra uno con otro. El
estado adquiere así un fuerte argumento para afirmar una jurisdicción
protectora sobre un escenario fuera de la ley como el dios de trabajo de
la sociedad.
...Pero Jesucristo es el Señor (Fil. 2:9-11); sólo Él es soberano: no hay límites para su jurisdicción ni a su palabra ley. Su
ley y jurisdicción durarán todo el tiempo que el cielo y la tierra (Mt.
5:17-19), en efecto, "más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se
frustre una tilde de la ley" (Lucas 16:17), porque el Dios trino es el eterno, el perpetuo, y no hay fin a su deidad, vida y jurisdicción. Limitar la jurisdicción del Señor es limitarlo, lo que significa negar que Él es Dios.
Creer
en el Señor por lo tanto nos exige a afirmar sus derechos reales sobre
todas las cosas y la jurisdicción total de su palabra ley. Nuestro Señor declara: "toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mt. 28:18). La
palabra traducida como potestad es exousia, el derecho a actuar,
el poder legítimo, el dominio, la autoridad y el mando sobre todas las cosas,
es decir, la jurisdicción. Este
poder en Cristo es absoluto y sin restricciones; los hombres sólo pueden tener el poder delegado, sujeto enteramente a Dios y a su Palabra. El Señor no exceptúa de su jurisdicción a ningún hombre, ningún estado, ni ninguna área. Para nosotros hacer así, es negarlo. En efecto, un léxico griego da, como algo básico al significado de exousia, la palabra jurisdicción. Nuestro Señor así dice: "Toda jurisdicción me es dada en el cielo y en la tierra."
Luego,
Él ordena: "Por lo tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén "(Mt. 28:19-20). Nuestro llamado por lo tanto no es sólo resistir todas y
cada una de las usurpaciones de la jurisdicción de Cristo, sino ir adelante y llevar a
todos los hombres y las naciones, cada área y ámbito de la vida y
el pensamiento, a la cautividad de Jesucristo como Señor, como
Soberano. Todas las cosas en el cielo y en la tierra deben ser colocadas bajo su jurisdicción. Esto incluye a China, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos. También incluye a ti y a mí. No tenemos vida independiente ni jurisdicción. "Porque
¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si
lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor. 4:7).
La
palabra segura es esta: "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos" (Ap. 11:15).
Por R.J. Rushdoony Extractos tomados de Las Raíces de Reconstrucción p. 29
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JURISDICTION: BY CHRIST OR BY CAESAR?
Words reveal our faith, tell us about our world, and manifest our presuppositions. A particularly important word is jurisdiction. It comes from two Latin words, just, law, and dico, say. The one who has jurisdiction is the one who declares the law, whose word is the binding, authoritative word for that area or sphere of life and thought.
Jurisdiction is an essentially religious fact: it tells us who is the god over a particular sphere or area; it reveals to us who declares the law for that domain. In other words, it shows us who is lord.
The whole premise and affirmation of Scripture is that the earth is the Lord's, that because He made all things, ordained and orders all things. God the Lord is the only Lord and lawgiver over the heaven and earth, over every aspect of creation (Ex. 9:29; Deut. 10:12-14; Ps. 24:1; I Cor. 10:26). All creation thus is under God's jurisdiction, Who declares, "I am the LORD: that is my name: and my glory will not give to another, neither my praise to graven images" (Isa. 42:8). God's jurisdiction is total, and He shares it with none. Men can only exercise valid authority and dominion under God, in faithfulness to His law, and in terms of God's sovereignty and Kingdom. He alone is the Lord. (The most used term for Jesus Christ in the New Testament is in fact Lord).
It was the essence of paganism that it reserved sovereignty to man and this world. The gods were powerful spirits who could be used, had to be placated, and could be abandoned if they failed man. For the pagan, the god's were powers to deal with, but the sovereignty, and the choice of gods, remained with man. The state reserved to itself the right to recognize or to abolish gods. The Roman senate thus could make gods at will by acts of senate. Thus, even the gods were under the jurisdiction of the state, and their legal or licit existence depended upon the state.
It was for this reason that conflict between Christ and the Caesars was inescapable, between the church and the pagan doctrine of the state. It was a conflict waged in Asia, Africa, and Europe. The doctrines of Scripture required and require Christians to declare that Caesar is under Christ's jurisdiction, not Christ under Caesar's.
...Because all heaven and earth are God's creation, and because man is created in God's image, God is the great and inescapable fact; the knowledge of God is inescapable knowledge. When man in unrighteousness or injustice suppress or deny that knowledge, they cannot evade the necessity of God, and so they declare or create new gods in their image, or in terms of their imagination (Rom. 1:18-25). The most powerful, and most deadly, of these new or false gods has, through the centuries, been the state. The state as a false god, claims jurisdiction, and it declares itself sovereign or god: it is, in terms of ancient paganism, Hegel, and modern political thought, god walking on earth. Men, having denied the true God, cannot escape having a god, and the modern state is the great Baal (or Lord) of modern man. The cry of modern man is a political cry, "O Baal, hear us" and save us (1 Kings 18:26). Here is idolatry, and too long the church has been silent in the face of it, or it has urged its people to submit to Baal in the name of Jesus Christ: to its idolatry, it has added blasphemy.
...In one area or another, men claim humanistic "rights" or jurisdiction. The abortionists claim that a woman has sovereign rights over her body and her unborn child; the homosexual claims that, where his action with other consenting persons is at issue, he alone has jurisdiction. In one area after another, modern man, in defiance of God, claims an independent jurisdiction.
The result is both moral anarchy and impotence. With more and more individuals demanding a moral jurisdiction in defiance of God's law, the social scene becomes increasingly lawless; the family declines, vocations lose their discipline, schools do not educate, churches confirm sinners in their sins, and men are at war one with another. The state gains thereby a strong argument for asserting a protecting jurisdiction over a lawless scene as the working god of society.
...But Jesus Christ is Lord (Phil. 2:9-11); He alone is sovereign: there are no limits for His jurisdiction nor to His law word. His law and jurisdiction stand as long as heaven and earth (Matt. 5:17-19); indeed, "it is easier for heaven and earth to pass, than one tittle of the law to fail" (Luke 16:17), because the triune God is the eternal, the everlasting One, and there is no end to His deity, life and jurisdiction. To limit the Lord's jurisdiction is to limit Him, which means to deny that He is God.
To believe in the Lord thus requires us to assert His crown rights over all things and the total jurisdiction of His law word. Our Lord declares, "all power is given unto me in heaven and in earth" (Matt. 28:18). The word translated as power is exousia, the right to act, the rightful power, dominion, authority, and rule over all things, i.e., jurisdiction. This power in Christ is absolute and unrestricted; men can only have delegated power, subject entirely to God and His word. The Lord does not exempt from His jurisdiction any man, any state, nor any area. For us to do so is to deny Him. Indeed, One Greek lexicon gives, as basic to the meaning of exousia, the word jurisdiction. Our Lord thus says, "All jurisdiction is given unto me in heaven and in earth."
Then, He commands, "Go ye therefore, and teach all nations, baptizing them in the name of the father, and of the Son, and of the Holy Ghost: Teaching them to observe all things whatsoever I have commanded you; and, lo, }I am with you always, even unto the end of the world. Amen" (Matt. 28:19-20). Our calling thus is not only to resist any and all usurpations of Christ's jurisdiction, but go forth and bring all men and nations, every area and sphere of life and thought, into captivity of Jesus Christ as Lord, as Sovereign. All things in heaven and earth must be placed under His jurisdiction. this includes China, Russia, Britain and the United States. It also includes you and me. We have no independent life nor jurisdiction. "For who maketh thee to differ from another? and what hast thou that thou didst not receive? now if thou didst receive it, why dost thou glory, as if thou hadst not received it?" (I Cor. 4:7).
The assured word is this: "The kingdoms of this world are become the Kingdoms of pour Lord, and his Christ; and he shall reign for ever and ever" (Rev. 11:15).
By R. J. Rushdoony Excerpts taken from The Roots of Reconstruction p. 29
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