Allá por 1951, oí predicar al Rev. Earl Harvey de Madera, un muy buen sermón sobre el "Preocuparse Por Las Cosas Pequeñas." Muchos cristianos, señaló, se concentran en pequeñeces, mientras que los asuntos importantes son descuidados. Esto él llamó, preocuparse por las cosas pequeñas.
Pensé
en esto recientemente cuando encontré un joven pastor de
capacidad superior, que pasa su tiempo, como tantos otros, haciendo una campaña por
pequeñeces. Con el mundo desmoronándose, él se pone muy molesto y pasa el tiempo, luchando por la redacción de un anuncio. Otro hombre pasa el tiempo, preocupándose por los peinados de las
mujeres y las longitudes del vestido, mientras que otro se preocupa por el béisbol y el fútbol del Domingo en la televisión.
Un hombre que tiene una carrera que correr, no se detiene para matar moscas. Su sentido de prioridades, le hace tomar conciencia de que sólo la tarea más apremiante, puede dominar su mente y tiempo. Esto no quiere decir que algunas de estas cuestiones menores, no son a veces problemas reales. La cuestión no es sólo de prioridades, sino también del sentido común. No nos detenemos a desempolvar los muebles en una casa en llamas; tratamos de apagar el fuego. Del mismo modo, en una generación mala, nuestra tarea es la de proclamar el poder regenerador de Dios.
La nuestra, es una época de crisis y urgencia, y requiere la predicación urgente y la vida dedicada. No podemos estar "reposados en Sion" (Amós 6:1), ni podemos tomar tiempo excesivo para asuntos secundarios o periféricos.
San Pablo sintió esta urgencia en su día, declarando, "me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Corintios 9:16). Lamentablemente, una de las cosas más raras hoy en día, tanto en el
púlpito y el banco, es el mismo sentido de necesidad y urgencia.
Si nos preocupamos por las cosas pequeñas, vamos a regañar a la gente por los muebles polvorientos en una casa en llamas. Si nos preocupamos en la Palabra de Dios, vamos a hablar en voz alta la palabra de advertencia, la vía de escape y la vida. Si nos preocupamos en pequeñeces, nos hemos convertido en frívolos. Si nos preocupamos en la Palabra convincente de Dios, llegamos a ser hombres fuertes y vencedores en Cristo.
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna Vol.3
http://chalcedon.edu/
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Majoring in Minors
Back in 1951, I heard the Rev. Earl Harvey of Madera preach a very fine sermon on "Majoring in Minors." Too many Christians, he pointed out, concentrate on trifles while important matters go neglected. This he called majoring in minors.
I thought of this recently when I encountered a young pastor of superior ability who spends his time, like so many others, crusading over trifles. With the world falling apart, he gets very upset and spends time fighting over the wording of an advertisement. Another man spends time fretting over women's hairstyles and dress lengths, while still another frets over Sunday baseball and football on television.
A man who has a race to run does not stop to kill flies. His sense of priorities makes him aware that only the most pressing task can dominate his mind and time. This is not so say that some of these minor issues are not sometimes real problems. The question is not only one of priorities but also of common sense. We do not stop to dust furniture in a burning house; we try to put out the fire. Similarly, in an evil generation, our task is to proclaim God's regenerating power.
Ours is a time of crisis and urgency, and it requires urgent preaching and dedicated living. We cannot be "at ease in Zion" (Amos 6:1), nor can we take undue time for secondary or peripheral matters.
St. Paul felt this urgency in his day, declaring, "[N]ecessity is laid upon me; yea, woe is unto me, If I preach not the gospel!" (1 Cor. 9:16). Sadly, one of the rarer things today, both in pulpit and pew, is the same sense of necessity and urgency.
If we major in minors, we will nag people about dusty furniture in a burning house. If we major in the Word of God, we will call out the word of warning, the way of escape and life. If we major in trifles, we ourselves have become triflers. If we major in God's compelling Word, we become strong men and conquerors in Christ.
By R.J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season Vol.3
http://chalcedon.edu/
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