Tercero, porque la ley es intensamente práctica, la educación hebrea era intensamente práctica. La
opinión común sostenía que un hombre que no enseña a su hijo la ley y
un oficio, la capacidad de trabajar, lo criaba para que fuera un tonto y un
ladrón. Se dice que Simeón, el hijo del famoso Gamaliel, observó: "No aprender, sino hacer es lo principal." Josefo, en su obra Contra Apión comparó la educación de los hebreos con la de los griegos. La educación
griega se desvió de lo severamente práctico a lo abstracto y teórico, señaló, mientras que la ley bíblica tiene una relación saludable entre el
principio y la práctica .
Cuarto, la
educación bíblica, siendo centrada en la familia y enfatizando la responsabilidad de los padres e hijos, producía personas responsables. Una
persona criada y educada en la doctrina de que tiene la
responsabilidad de cuidar de sus padres cuando surja la necesidad,
proveer por sus hijos, y en la medida de sus posibilidades, dejar
una herencia de disciplina moral y ejemplo, así como la riqueza
material, es una persona altamente sintonizada con la responsabilidad. En
un sistema educativo así, el Estado no es la parte responsable,
sino es la familia, y el hombre tiene el deber de ser un jefe
competente y proveedor de su casa, y la esposa una ayuda idónea experta para su marido. El
abandono de una educación orientada a la familia conduce a la
destrucción de la masculinidad, y hace que las mujeres sean lujos para los hombres o competidoras agresivas a los hombres. Los hombres y las mujeres habiendo perdido su función, giran inestables y sin un sentido legítimo de función. La
educación moderna abstrae el conocimiento; el especialista se
enorgullece de no saber nada fuera de su campo y lleva su negativa de
relacionar sus conocimientos a otras áreas como una medalla de honor. Si
el erudito busca la relatividad social, de nuevo es sin un principio
trascendental, y el resultado es una inmersión en el proceso social sin
una estructura de valores; todo lo demás se dio de baja como sin sentido salvo el proceso que en el momento se convierte en la
estructura encarnada.
En
la educación moderna, el Estado es el educador y el Estado es
considerado como el organismo responsable en vez que el hombre. Tal perspectiva trabaja para destruir al alumno, cuya lección básica llega a ser una dependencia del Estado. Se acude al
Estado, en vez que a la persona y la familia, para la decisión moral y
la acción, y el papel moral del individuo es consentir y postrarse ante el Estado. La
educación estatista es, por lo menos implícitamente, antibíblica
incluso cuando y donde se da a la Biblia un lugar en el plan de estudios.
Quinto, lo básico para el llamamiento de cada niño es ser un miembro de una familia. Prácticamente todos los niños algún día llegarán a ser esposos y esposas, y padres o madres. La escuela estatal es destructiva de este llamamiento. Sus
intentos de satisfacer la necesidad son esencialmente externos y
mecánicos, es decir, en los cursos de la economía del hogar, la educación
sexual, y similares. Pero la formación esencial para la vida familiar es la vida familiar y una escuela y una sociedad orientada a la familia. Quiere decir la educación bíblica. Quiere decir disciplina y la formación en la responsabilidad piadosa.
La
escuela estatista, por otra parte, básicamente entrena a las mujeres a
ser hombres; no es de extrañar que muchas están descontentas por ser
mujeres. Tampoco los hombres están más contentos, en ese dominio en la educación moderna,
se transfiere del hombre al Estado, y el hombre es afeminado progresivamente. La mayor víctima de la educación moderna es el estudiante varón. Ya que el dominio es por el propósito creativo de Dios, un aspecto fundamental
del hombre, toda la educación que disminuye el llamamiento del hombre a ejercer
dominio también disminuye al hombre al mismo grado .
Sexto, la educación bíblica enfatizó el aprendizaje, el aprendizaje piadoso. Los proverbios judíos enfatizaron esto. Ya
nos hemos referido a uno: "Así como al hombre se le exigía enseñar
a su hijo la Torá, también se le exigía enseñarle un oficio." Por otra parte, "El que enseña al hijo de su prójimo la Torá, es como si lo hubiera engendrado." Pero, supremamente, "Un hombre ignorante no puede ser santo". Ya que, la santidad no es un acto que surge por sí mismo, sino que requiere una conformidad a la ley de Dios y la justicia, un hombre ignorante no puede ser santo. Además, ya que el conocimiento no surge por sí mismo, y el significado de la objetividad no proviene de hechos, sino del Creador, el conocimiento
requiere como presuposición en todas las áreas del conocimiento de Dios, cuyo temor es el principio de la sabiduría y el conocimiento.
Se necesita más que nunca recalcar que los mejores y verdaderos educadores son los padres bajo Dios. La mejor escuela es la familia. En
el aprendizaje, ningún acto de enseñanza en cualquier escuela o
universidad se compara con la tarea rutinaria de las madres en la
enseñanza a un bebé que no habla el idioma, la lengua materna en tan
poco tiempo. Ninguna otra tarea en la educación se iguala a esto. La
formación moral del niño, la disciplina de los buenos hábitos, es una
herencia de los padres al hijo, que supera a todos los demás. La familia es la primera escuela y básica del hombre.
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de La Institución de la Ley Bíblica pg.183
http://chalcedon.edu/research/books/la-institucion-de-la-ley-biblica-tomo-1/
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Education and the Family - Part II
Third, because the law is intensely practical, Hebrew education was intensely practical. The common opinion held that a man who did not teach his son the law and the trade, the ability to work, reared him to be a fool and a thief. It is said that Simeon, the son of the famed Gamaliel, observed: "Not learning but doing is the chief thing." Josephus, in his work Against Apion compared the education of the Hebrews with that of the Greeks. Greek education veered from the severely practical to the abstract and theoretical, he pointed out, whereas Biblical law has a healthy relationship between principle and practice.
Fourth, Biblical education, being family-centered and emphasizing the responsibility of parents and children, was productive of responsible people. A person reared and schooled in the doctrine that he has a responsibility to care for his parents as need arises, provide for his children, and, to the best of his ability, leave an inheritance of moral discipline and example as well as material wealth, is a person highly attuned to responsibility. In such an educational system, the state is not the responsible party but the family is, and the man has a duty to be a competent and provident head of his household, and the wife a skilled helpmeet to her husband. The abandonment of a family-oriented education leads to the destruction of masculinity, and it renders women either fluffy luxuries for men or aggressive competitors to men. Men and women having lost their function gyrate unstably and without a legitimate sense of function. Modern education abstracts knowledge; the specialist prides himself on knowing nothing outside his field and wears his refusal to relate his knowledge to other areas as a badge of honor. If the scholar seeks social relativity, again it is without a transcendental principle, and the result is an immersion in the social process without a value structure; all else is charged off as meaningless save the process which at the moment becomes the incarnate structure.
In modern education, the state is the educator, and the state is held to be the responsible agency rather than man. Such a perspective works to destroy the pupil, whose basic lesson becomes a dependence on the state. The state rather than the individual and the family, is looked to for moral decision and action, and the moral role of the individual is to assent to and bow down before the state. Statist education is at the very least implicitly anti-Biblical, even when and where it gives the Bible a place in the curriculum.
Fifth, basic to the calling of every child is to be a member of a family. Virtually all children will some day become husbands and wives, and fathers or mothers. The statist school is destructive of this calling. Its attempts to meet the need are essentially external and mechanical, i.e., home economics courses, sex education, and the like. But the essential training for family life is family life and a family-oriented school and society. It means Biblical education. It means discipline, and training in godly responsibility.
The statist school, moreover, basically trains women to be men; it is not surprising that so many are unhappy at being women. Nor are men any the happier, in that dominion in modern education is transferred from man to the state, and man is progressively emasculated. The major casuality of modern education is the male student. Since dominion is by God's creative purpose a basic aspect of man, any education which diminishes man's calling to exercise dominion also diminishes man to the same degree.
Sixth, Biblical education emphasized learning, godly learning. Jewish proverbs emphasized this. We have already referred to one, "Just as a man is required to teach his son Torah, so is he required to teach him a trade." Moreover, "He who teaches his neighbor's son Torah, it is as if he had begotten him." But, supremely, "An ignorant man cannot be saintly". Since holiness is not a self-generating act but requires a conformity to God's law and righteousness, an ignorant man cannot be saintly. Moreover, since knowledge is not self-generating, and the meaning of factuality comes not from facts but from the Creator, knowledge requires as its presupposition in every area the knowledge of God, whose fear is the beginning of wisdom and knowledge.
It needs more than ever to be stressed that the best and truest educators are parents under God. The greatest school is the family. In learning, no act of teaching in any school or university compares to the routine task of mothers in teaching a babe who speaks no language the mother tongue in so short a time. No other task in education is equal to this. The moral training of the child, the discipline of good habits, is an inheritance from the parents to the child which surpasses all other. The family is the first and basic school of man.
By R. J. Rushdoony Excerpt taken from The Institutes of Biblical Law p.183
http://chalcedon.edu/
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