Tuesday, July 23, 2013
LA DOCTRINA DE LA DEUDA
La doctrina de la deuda es un énfasis importante y descuidado de la Escritura. El Señor Dios habiéndonos creado, y redimido, somos totalmente su creación y posesión, y estamos absolutamente en deuda con Él. Por lo tanto, no pertenecemos a nosotros mismos, sino al Señor (1 Co. 6:19-20) No podemos legítimamente tratarnos a nosotros mismos ni a nuestras posesiones como nuestros. Como Pablo nos dice, "Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorias como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor. 4:7). Nuestro Señor deja claro que nunca podemos poner a Dios en nuestra deuda: "Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos" (Lucas 17:10).
Debido a que somos propiedad de Dios y en deuda con Él por todo, la ley de Dios no nos permite incurrir en deuda de largo plazo hacia los hombres. El séptimo año debe ser una remisión de la deuda, entre otras cosas (Dt. 15:1-6), porque la deuda es una forma de esclavitud (Pr. 22:7), y estamos llamados a ser hombres libres en Cristo (Juan 8:36). Mientras que la deuda a corto plazo (seis años) es permitida como una necesidad a veces, la premisa normal es "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros" (Ro. 13:8).
Si los hombres obedecieran las leyes bíblicas sobre la deuda, no habría sociedad inflacionaria. La deuda hace a los hombres orientados al pasado en su trabajo, ya que una parte considerable de sus ingresos los ata a la deuda, gastos en el pasado, decisiones o compromisos. Los hombres libres de deudas pueden ordenar el presente y el futuro. Las ramificaciones económicas sólo de la ley de Dios con respecto a la deuda, el dinero, el interés y otras preocupaciones económicas, de aplicarse, podrían darnos una sociedad libre de inflación y próspera, que es la intención de la ley de Dios. Podemos ver a nuestro alrededor el caos económico creado por la ley humanista.
Con John Law (1671-1729) las políticas monetarias de los países comenzaron a cambiar. Lo que antes había sido la práctica como una forma de robo se convirtió entonces en "buena" política monetaria. Los repetidos fracasos del papel moneda desde la época de Law no han cambiado las mentes de los hombres, porque la economía de Law da a los hombres la oportunidad de jugar a ser dios y crear valores monetarios en su palabra fuduciaria. La esperanza de estos humanistas es que con el tiempo, dado el poder suficiente, van a hacer que funcione. Como resultado, lo que ahora está detrás del papel moneda está la deuda, no la riqueza en forma de oro o plata. En las vidas de las personas también, la deuda se ha convertido en una forma de seudoriqueza, y la verdadera riqueza es confiscada por los controles y las políticas estatistas.
En otra y muy descuidada area, un cambio importante en la doctrina de la riqueza entró en foco en el siglo 19. El nombre de Peter Lavrov (1823-1900) es poco conocido hoy en día; él fue en su tiempo una fuerza importante en el pensamiento de Rusia y en el extranjero. Él era un amigo de Carlos Marx y Federico Engels, aunque no totalmente de acuerdo con ellos, y sus ideas sobre la formación del partido revolucionario, tuvo una influencia decisiva sobre Lenin. La revolución rusa debió más que un poco a Lavrov.
Nuestra preocupación con Lavrov se encuentra en una área relacionada, el concepto de la deuda. En sus Cartas Históricas muy influyentes (1840, también el año del nacimiento de Lenin), Lavrov escribió con una fuerte carga moral. La minoría privilegiada, sostuvo, tiene una deuda con "el pueblo". Las clases privilegiadas deben sus ventajas a la explotación de los pobres. Al igual que todos los socialistas, Lavrov no pudo ver la riqueza y la tecnología como algo creado por la inteligencia, el carácter, la previsión, el ahorro, y la industria de algunos hombres, sino simplemente como la explotación y la expropiación. Esta perspectiva de Cartas Históricas de Lavrov ahora gobierna el mundo, es enseñada en nuestras escuelas y universidades, y gobierna las naciones.
... Las iglesias también han adoptado esta doctrina de una deuda con el pueblo. La Biblia nos dice que estamos totalmente en deuda con el Señor Dios, que le debemos como nuestro Señor el diezmo como mínimo, y nuestras vidas como sacrificio vivo. La nueva doctrina de la deuda se convierte en el universo moral boca abajo. Los pobres reemplazan a Dios como el centro de la preocupación moral.
Ahora, la Biblia requiere que nos preocupemos por los pobres, las viudas y los huérfanos, los extranjeros, y todos los necesitados. Esta preocupación es ordenada por amor al Señor, no por los pobres. Es la obediencia a Dios, nuestra deuda con el Señor, no una deuda con el pueblo, lo que nos debe gobernar. Por lo tanto, es Dios quien nos juzga, no los pobres, ni los revolucionarios elitistas.
... Pero Dios no puede ser burlado. O bien vivimos por la ley de Dios, o morimos por ella, a la larga, está la muerte para todos, y el mundo está marchando hacia un juicio autoinfligido.
Saber acerca de esta mala doctrina, es necesario, pero no es suficiente. Debemos conocer la doctrina de Dios. Nuestra deuda de juicio y muerte está pagada a Dios el Padre por medio de Jesucristo en su expiación. Nuestra deuda de servicio debe ser pagada toda nuestra vida. Porque ahora estamos vivos en Cristo, debemos seguir el camino de la vida, Su ley, y tenemos que vernos como salvos para servir, amar y obedecerle.
"¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo" (Sal 116:12-14).
Por R.J. Rushdoony Extractos tomados de Las Raíces de la Reconstrucción p. 317
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THE DOCTRINE OF DEBT
The doctrine of debt is an important and neglected emphasis of Scripture. The Lord God having created us, we are totally His creation and possession, and absolutely in debt to Him. We are therefore not our own, but the Lord's (I Cor. 6:19-20). We cannot legitimately treat ourselves nor our possessions as our own. As Paul tells us, "For who maketh thee to differ from another? and what hast thou that thou didst not receive? now if thou didst receive it, why dost thou glory, as if thou hadst not received it?" (I Cor. 4:7). Our Lord makes clear that we can never put God in our debt: " So likewise ye, when ye shall have done all those things which are commanded you, say, we are unprofitable servants: we have done that which was our duty to do" (Luke 17:10).
Because we are God's property and in debt to Him for everything, God's law does not allow us to incur long-term debt to men. The seventh year must be a sabbatical from debt, among other things (Deut. 15:1-6), because debt is a form of slavery (Prov. 22:7), and we are called to be free men in Christ (John 8:36). While short-term debt (six years) is permitted as a need at times, the normal premise is to "owe no man any thing, but to love one another" (Rom. 13:8).
If men obeyed the Biblical laws on debt, there would be no inflationary society. Debt makes men past-oriented in their work, in that a sizable portion of their income ties them to debt, past spending, decisions, or commitments. Debt-free men can command the present and the future. The economic ramifications alone of God's law concerning debt, money, interest, and other economic concerns, if applied, would give us an inflation-free and prosperous society, which is the intention of God's law. We can see all around us the economic chaos created by humanistic law.
With John Law (1671-1729) the monetary policies of nations began to change. What had previously been practice as a form of theft now became "good" monetary policy. The repeated failures of paper money since Law's day have not changed men's minds, because Law's economics give men the opportunity to play god and to create monetary values on their fiat word. The hope of this humanists is that eventually, given enough power, they will make it work. As a result, what now stands behind paper currencies is debt, not wealth in the form of gold or silver. In the lives of the people also, debt has become a form of pseudo-wealth, and true wealth is confiscated by statist controls and policies.
In another and very much neglected area, a major change in the doctrine of wealth came into focus in the 19th century . The name Peter Lavrov (1823-1900) is little known today; he was in his time a major force in Russian thought and abroad. He was a friend of Karl Marx and Fredrich Engels, while not in full agreement with them, and his ideas on a revolutionary party formation had a decisive influence on Lenin. The Russian Revolution owed more than a little to Lavrov.
Our concerned with Lavrov is in a related area, the concept of debt. In his very influential Historical Letters (1840, also the year of Lenin's birth), Lavrov wrote with a strong moral burden. The privileged minority, he held, owes a debt to "the people." The privileged classes owe their advantages to the exploitation of the poor. Like all socialists, Lavrov could not see wealth and technology as something created by the intelligence, character, foresight, thrift, and industry of some men, but rather purely as exploitation and expropriation. This perspective of Lavrov's Historical Letters now governs the world, is taught in our schools and universities, and governs the nations.
... The churches too have adopted this doctrine of a debt to the people. The Bible tells us that we are totally in debt to the Lord God, that we owe Him as our Lord the tithe as a minimum, and our lives as living sacrifice. The new doctrine of debt turns the moral universe upside down. The poor replace God as the focus of moral concern.
Now the Bible requires that we care for the poor, for widows and orphans, the alien, and all in need. This concern is mandated for the Lord's sake, not for the poor's. It is obedience to God, our debt to the Lord, not a debt to the people, which must govern us. It is therefore God who judges us, not the poor, nor the elite revolutionaries.
... But God is not mocked. We either live by God's law, or we die by it; in the long run, it is death for all, and the world is marching towards a self-inflicted judgement.
Knowing about this evil doctrine is necessary, but it is not enough. We must know God's doctrine. Our debt of judgment and death is paid to God the Father by Jesus Christ in his atonement. Our debt of service must be paid all our life. Because we are now alive in Christ, we must follow the way of life, His law, and we must see ourselves as saved to serve, to love and to obey Him.
"What shall I render unto the LORD for all his benefits toward me? I will take the cup of salvation, and call upon the name of the LORD. I will pay my vows unto the LORD now in the presence of all his people" (Ps. 116:12-14).
By R. J. Rushdoony Excerpts taken from Roots of Reconstruction p. 317
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Saturday, July 13, 2013
La Felicidad
No hace muchos años, una queja muy común oída por los pastores en la consejería a las personas en dificultades y perturbadas fue esta: "No me necesitan." El gran deseo de parte de la gente era el ser necesitado por alguien, ser necesitado en términos de su trabajo y vocación, o ser necesitado por la iglesia o la comunidad.
De repente se me ocurrió hace poco que ha sido raro que alguien hiciera esa declaración en los últimos años. En su lugar, de viejos y jóvenes, hay una nueva queja: "No soy feliz."
Antes, la gran tragedia era ser innecesario e inútil. Ahora, parece ser el logro social ser inútil, jubilado, o suficientemente rico como para vivir sin trabajar. Ser inútil es ahora un lujo feliz. Los puritanos solían predicar regularmente sobre el gran pecado de la pereza. Ahora, la ociosidad es una meta popular, y algo que muchos anhelan. El mal es ser infeliz.
El hecho es que nada evade a los hombres más, cuando ellos la buscan, que la felicidad. La felicidad no puede ser una meta en sí misma. Es un subproducto de otras cosas. Cuando hacemos nuestro trabajo bien y resulta gratificante, estamos contentos. Cuando somos piadosos y honrados en nuestras relaciones con nuestros seres queridos y otras personas, esto añade a nuestra felicidad. La felicidad no es una meta sino un pago por el trabajo bien hecho hacia una meta digna.
La palabra en las Bienaventuranzas que se traduce bienaventurados es makarios, que se puede traducir como bienaventurado o, como en Hechos 26:2 y Romanos 14:22, como dichoso. La verdadera felicidad y la verdadera bienaventuranza son muy semejantes.
Esto nos dice por qué las personas son tan infelices en la actualidad. La verdadera felicidad es buscada fuera de Dios, aparte del trabajo, la familia, la responsabilidad y la ley. El resultado es la infelicidad y el descontento masivo. Pero, como dijo David, "[B]ienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová" (Salmo 144:15). Salomón declaró: "[E]l que confía en Jehová es bienaventurado" (Proverbios 16:20).
Conozco a muchas personas cuyas vidas han sido marcadas repetidamente por el desastre, y que eran aún felices. Recuerdo vívidamente una viuda anciana maravillosa, cuyo único hijo fue una gran decepción y que trabajaba para mantenerse en sus 70 años. Luego se quedó parcialmente ciega, tuvo un derrame cerebral, sólo podía moverse en un andador, pero aún vivía sola. Ella disfrutaba de sus audiolibros, y era un placer visitar, y su fe gozosa es algo para recordar, ahora que ella se ha ido. Ella nunca se quejó de que era infeliz. Dio las gracias a Dios por la buena vida y de lo que aún tenía. "Mis oídos son tan jóvenes como antes", dijo, "y puedo escuchar a mis audiolibros".
Ella era feliz, porque había encontrado bendición en el Señor, y ella estaba en todas las cosas agradecida. ¿De qué estás descontento?
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna pg. 108
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Happiness
Not too many years ago, a very common complaint heard by pastors in counseling distressed and disturbed people was this: "I'm not needed." The great desire on people's part was to be needed by someone, to be needed in terms of their work and calling, or to be needed by the church or the community.
It suddenly occurred to me recently that it has been rare for someone to make that statement in recent years. Instead, from old and young, there is a new complain: "I'm not happy."
Once the great tragedy was to be unneeded and useless. Now, it seems to be social attainment to be useless, retired, or sufficiently rich to live without working. To be useless is now a happy luxury. The Puritans used to preach regularly on the great sin of idleness. Now, idleness is a popular goal, and something many long for. The evil is to be unhappy.
The fact is that nothing evades men more, when they search for it, than happiness. Happiness cannot be a goal in itself. It is a byproduct of other things. When we do our work well and find it rewarding, we are happy. When we are godly and honorable in our relationships with our loved ones and others, it adds to our happiness. Happiness is not a goal but a payoff for work well done towards a worthy goal.
The word in the Beatitudes which is translated blessed is makarios , which can be translated as either blessed or, as in Acts 26:2 and Romans 14:22, as happy. True happiness and true blessedness are very much akin.
This tells us why people are so unhappy nowadays. True happiness is sought apart from God, apart from work, family, responsibility and law. The result is massive unhappiness and discontent. But as David said, "[H]appy is that people, whose God is the LORD" (Ps. 144:15). Solomon declared, "[W]hoso trusteth in the LORD, happy is he" (Prov. 16:20).
I know very many people whose lives have been repeatedly marked by disaster, and who were yet happy. I recall vividly a marvelous old widow, whose only son was a great disappointment and who worked to support herself into her 70s. Then she went partially blind, had a stroke, could only get around in a walker, but still lived alone. She enjoyed her talking books, and was a delight to visit, and her joyful faith is something to remember, now that she is gone. She never complained that she was unhappy. She thanked God for a good life and for what she still had. "My ears are as young as ever," she said, "and I can listen to my talking books."
She was happy, because she had found blessedness in the Lord, and she was in all things grateful. What are you unhappy about?
By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season p. 108
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Friday, July 5, 2013
Instruye al Niño
Cuando Ben-adad, rey de Siria, invadió Israel con un gran ejército, rodeó y sitió la capital, Samaria. El rey Acab estaba encerrado dentro de las murallas, con sólo 7,000 hombres de guerra.
Ben-adad entonces estableció las condiciones de rendición: el oro, la plata, las esposas y los hijos de Acab tenían que ser entregados a él. El propósito de esta demanda era la siguiente: la entrega de la riqueza dejaría indefensa a Israel en términos de la resistencia futura. La entrega de las esposas humillaría a Acab delante de su pueblo y rompería su poder. Pero la demanda final y más grande fue para la entrega de sus hijos. Esto era común en la antigüedad y en los tiempos modernos. Los niños se adoptarían para la re-educación en términos de una fe y moralidad ajena. Cuando ellos volvieron a heredar el trono o la autoridad, a menudo sirvían a un poder extranjero.
Cuando Prusia estableció la educación controlada por el Estado, su propósito era similar. El ambiente moderno estaba llevando al hombre común a cuestionar a los poderes existentes, y el hombre se estaba convirtiendo en un problema para el Estado. ¿Cómo controlar al pueblo? era la pregunta más grande. Una solución era construir calles rectas sobre las que la caballería fácilmente podría atacar, y cuyos cañones podían barrer, con el fin de prevenir la resistencia popular. Otra solución fue tomar el control de las escuelas de las iglesias y utilizarlas para lavar el cerebro de las generaciones futuras. James G. Carter, socio de Horace Mann, declaró abiertamente que el objetivo del control estatal de la educación es el control del pueblo.
Así, los niños se vuelven alejados de sus familias y la fe. El conflicto entre los adolescentes y los padres es un fenómeno muy moderno, desconocido anteriormente, excepto en casos excepcionales. Es un producto de la educación contra la familia.
Una de las reacciones a esto ha sido el rápido crecimiento de las escuelas cristianas. Proverbios 22:6 declara: "Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Esta es una responsabilidad ordenada por Dios. Nuestros hijos pertenecen al Señor, y deben ser criados y educados en la disciplina y amonestación del Señor.
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna pg. 81
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Train Up a Child
When Ben-hadad, King of Syria, invaded Israel with a great army, he surrounded and besieged the capital, Samaria. King Ahab was cooped up within the walls with only 7,000 fighting men.
Ben-hadad then laid down the terms of surrender: the gold, silver, wives, and children of Ahab had to be delivered to him. The purpose of this demand was this: the surrender of wealth would leave Israel helpless in terms of future resistance. The surrender of the wives would humiliate Ahab before his people and break his power. But the final and greatest demand was for the surrender of his children. This was common in antiquity and into modern times. The children would be taken for re-education in terms of an alien faith and morality. When they were returned to succeed to the throne or authority, they often served an alien power.
When Prussia established state-controlled education, its purpose was similar. The modern mood was leading the common man to question the powers that be, and man was becoming a problem to the state. How to control the people was thus the greatest question. One solution was to build straight streets over which cavalry could readily charge, and which cannons could sweep, in order to prevent popular resistance. Another solution was to take over schools from the churches and use them to brainwash future generations. James G. Carter, Horace Mann's associate, openly stated that the goal of state control of education is people-control.
Children thus become alienated from their families and the faith. Conflict between teenagers and parents is a very modern phenomena, unknown previously except in rare cases. It is a product of anti-family education.
One of the reactions to this has been the rapid growth of Christian schools. Proverbs 22:6 declares, "Train up a child in the way he should go: and when he is old, he will not depart from it." This is a God ordained responsibility. Our children belong to the Lord, and they must be reared and educated in the nurture and admonition of the Lord.
By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season p. 81
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