La
relación de la Cena del Señor a la vida de la sociedad está muy
descuidada en nuestro tiempo, porque la comunión ha sido reducida a un
ritual que es muy a menudo una parodia de su significado.
Para entender la comunión, debemos reconocer sus raíces del Antiguo Testamento: es la pascua cristiana. "Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la
fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de
maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad" (1 Co.
5:7-8).
San
Pablo habla de la pascua cristiana como una "fiesta"; luego él condena como
violaciones de esta fornicación de fiesta (1 Co. 5:9). En
1 Corintios 10:1-17, discute ambos, el bautismo y la comunión, y luego
él cita violaciónes de la comunión cristiana (1 Co. 10:18-33, 1 Co.
11:1-34). Estas
violaciónes incluyen la idolatría, la insubordinación de las esposas y
las mujeres que buscan asumir el dominio, la falta de unidad entre los
creyentes, la codicia y la gula, y ofensas similares. Estas son ofensas no sólo contra Dios, sino, en el contexto citado, en contra de la comunidad.
La
pascua del Antiguo Testamento era una comida familiar, y el niño varón más
joven que era capaz de hablar, hacía la pregunta en
cuanto a su significado; el padre como sacerdote declaraba entonces el
significado de la redención de Dios (Éx. 13:1-16). La pascua era un sacramento de la familia. Esto
es un aspecto muy definitivamente de la pascua cristiana: Se habla repetidamente de los creyentes como la familia de Cristo, o en
términos análogos. Ya no somos, dice San Pablo, ni extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos "de la familia de Dios" (Ef. 2:19). Se nos manda a "hacer el bien a todos, y especialmente a los que son de la familia de la fe" (Gá. 6:10).
¿Qué implica esto? En
la ley, la familia tiene responsabilidades de muy gran alcance: el
cuidado de los jóvenes, el cuidado de los ancianos, el socorro a sus
parientes necesitados, la hospitalidad a los parientes, la instrucción, es
decir, enseñar a los hijos de uno, ambos, el comercio y la ley, y
mucho más. Todo
en el Nuevo Testamento apunta al hecho de que estas mismas obligaciones
que son vinculantes tanto para la familia cristiana y la comunidad
cristiana, la familia más grande de la fe. Desde
sus inicios, la iglesia en Jerusalén asumió estas responsabilidades, y
uno de sus primeros problemas fue la queja de "los griegos contra los
hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria"
(Hechos 6:1). El
resultado fue la creación de un orden de diáconos para supervisar esta
tarea, para que los doce apóstoles podrían "nosotros persistiremos en
la oración y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:4) A medida que la
comunidad cristiana creció en todo el imperio, sus actividades familiares también crecieron, y ya no se limitaban a los diáconos, sino empezó a ser responsabilidad de todos. La
comunidad cuidaba por sus enfermos, miembros necesitados y encarcelados (Mt. 25:34-40); fue prohibido ayudar al perezoso:
"Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma" (2 Ts. 3:10).
.... El punto es lo suficientemente claro. Ser miembro de Jesucristo es ser un miembro de su nueva humanidad, y cumplir con nuestras responsabilidades a los miembros del mismo,
porque "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis"(Mt. 25:40). La
falta de discernir "el cuerpo del Señor" significa que los propósitos
de Dios para y a través de la nueva humanidad son rechazados:. "Porque el
que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí" (1 Co. 11:29 ).
Por Rousas John Rushdoony Extractos tomados de Ley y Sociedad pg. 132
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COMMUNION AND COMMUNITY
The relation of the Lord's Table to the life of society is badly neglected in our time, because communion has been reduced to a ritual which is too often a parody of its meaning.
To understand communion, we must recognize its Old Testament roots: it is the Christian passover. "Christ our passover is sacrificed for us: Therefore let us keep the feast, not with old leaven, neither with the leaven of malice and wickedness; but with the unleavened bread of sincerity and truth" (I Cor. 5:7-8).
St. Paul speaks of the Christian passover as a "feast"; he then condemns as violations of this feast fornication (I Cor. 5:9). In I Corinthians 10:1-17, he discusses both baptism and communion, and then he cites violations of Christian communion (I Cor. 10:18-33, I Cor. 11:1-34). These violations include idolatry, insubordination by wives and women who seek to assume dominion, disunity among believers, greed and gluttony, and like offenses. These are offenses not only against God, but, in the context cited, against community.
The Old Testament passover was a family meal, and the youngest male child who was able to speak asked the question concerning its meaning; the father as priest then declared the meaning of God's redemption (Ex. 13:1-16). The passover was a family sacrament. This is very definitely an aspect of the Christian passover: believers are repeatedly spoken of as the family of Christ or in analagous terms. We are, says St. Paul, no more strangers and foreigners but fellow citizens "of the household of God" (Eph. 2:19). We are commanded to "do good unto all men, especially unto them who are of the household of faith" (Gal. 6:10).
What that this involve? In the law, the family has very far-reaching responsibilities: care of the young, care of the old, relief to its needy relatives, hospitality to one's kin, instruction, i.e., teaching one's children both to trade and the law, and much more. Everything in the New Testament points to the fact that these same obligations are binding on both the Christian family and the Christian community, the larger family of faith. From its very inception, the church in Jerusalem assumed these responsibilities, and one of its first problems was the complaint of " Grecians against the Hebrews, because their widows were neglected in the daily ministration" (Acts 6:1). The result was the creation of an order of deacons to supervise this task, so that the twelve apostles could "give ourselves continually to prayer, and to the ministry of the word" (Acts 6:4) As the Christian community grew across the empire, its family activities also grew, and they were no longer limited to the deacons but started to be the responsibility of all. The community cared for its sick, needy, and imprisoned members (Matt. 25:34-40); it was forbidden to help the shiftless: "if any would not work, neither should he eat" (II Thess. 3:10).
...The point is sufficiently clear. To be a member of Jesus Christ is to be a member of His new humanity, and to meet one's responsibilities to the members thereof, for "Inasmuch as ye have done it unto one of the least of these my brethren, ye have done it unto me" (Matt. 25:40). Failure to discern "the Lord's body" means that God's purposes for and through the new humanity are rejected: "For he that eateth and drinketh unworthily, eateth and drinketh damnation to himself, not discerning the Lord's body" (I Cor. 11:29).
By Rousas John Rushdoony Excerpts taken from Law and Society p. 132
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