Sunday, October 12, 2014
La Oración
En su último viaje a América, Colón cayó gravemente enfermo en un momento de gran peligro y posible motín. Enormemente agotado, y en cama con fiebre alta, no sólo estaba débil en cuerpo sino en espíritu también.
En su diario, escribió de sí mismo, "Pides ayuda, con la duda en tu corazón. Pregúntate a ti mismo quién te ha afligido tan gravemente y tan a menudo: ¿Dios o el mundo? Los privilegios y los pactos que Dios concede no son devueltos por Él. Ni Él dice a los que le han servido, que quiso decir lo contrario, o que debería ser tomado en otro sentido; ni Él inflige tormentos para mostrar su poder. Todo lo que Él promete lo cumple con aumento, pues tales son sus caminos."
Colón, un hombre superior de lejos que la mayoría de los hombres se dan cuenta, estaba en lo cierto. Sus problemas venían de los hombres, no de Dios, y uno de esos hombres era el mismo Colón. Algunos de sus graves problemas eran producto de sus propios errores. Colón se dio cuenta de esto, en parte, y escribió: "Entrégate a Él, y reconoce tus pecados. Su misericordia es infinita."
Al principio, en su pecado y enfermedad, Colón había pedido a Dios que cambie. Mientras oraba, se dio cuenta en cambio, que era él quien debe cambiar, no Dios, y los hombres que deben ser transformados, y no los propósito y los caminos de Dios.
Tal vez el problema de Colón es el nuestro también. Estamos consternados de cómo están las cosas, y por el gobierno de Dios del universo. Puede que no seamos del todo honestos al respecto, pero en gran parte de nuestra oración, estamos pidiendo a Dios que cambie, de modo que podamos seguir siendo como somos, a nuestra manera en nuestras esperanzas y planes.
Muy rara vez se nos ocurre que no es Dios quien necesita un reacondicionamiento y reconstrucción, sino nosotros mismos. El punto excesivo de nuestra oración, es que queremos que Dios y las cosas cambien para complacernos, y no que nosotros mismos cambiemos para complacer a Dios.
David oró, en la crisis de su vida, "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Sal. 51:10). ¿Se necesitará un horror y pena similar para hacernos orar de la misma manera, y decirlo en serio?
Necesitamos cambiar continuamente, pero así como continuamente queremos que Dios cambie, y no nosotros. Pero recuerda, cuando ores, estás obligado a complacer a Dios al creer en Él y mediante una obediencia activa a Él. Por otra parte, siempre debemos recordar que el mayor regalo de Dios para nosotros no está en las cosas, sino en su gracia tal como se manifiesta en Jesucristo.
Entre otras cosas, la oración enfáticamente significa venir a Dios para ser cambiado por Él, y saber en donde necesitamos cambiar. La confesión es una parte de la oración por esta razón. Nos recuerda que necesitamos la gracia y el poder transformador de Dios.
¿Por qué estás orando?
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna pg. 104
http://chalcedon.edu/
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Prayer
On his last voyage to America, Columbus fell seriously ill at a time of great danger and possible mutiny. Greatly exhausted, and down with high fever, he was not only weak in body but in spirit also.
In his journal, he wrote of himself, " Thou criest for help, with doubt in thy heart. Ask thyself who has afflicted thee so grievously and so often; God or the world? The privileges and covenants which God giveth are not taken back by Him. Nor does He say to them that have served Him that He meant it otherwise, or that it should be taken in another sense; nor does He inflict torments to show His power. Whatever He promises He fulfils with increase; for such are His ways."
Columbus, a greater man by far than most men realize, was right. His troubles came from men, not from God, and one of those men was Columbus himself. Some of his most serious problems were a product of his own errors. Columbus realized this in part and wrote, "Turn thyself to Him, and acknowledge thy sins. His mercy is infinite."
At first, in his sin and illness, Columbus had asked God to change. As he prayed, he came to realize that instead it was he who must change, not God, and men who must be transformed, not God's purposes and ways.
Perhaps Columbus' problem is ours also. We are distressed at the way things are, and at God's government of the universe. We may not be altogether honest about it, but in much of our praying, we are asking God to change so that we can remain as we are, to have our way in our hopes and plans.
It too seldom occurs to us that it is not God who needs an overhauling and remaking but we ourselves. The point of too much of our praying is that we want things and God to change to please us, not we ourselves changed to please God.
David prayed, in the crisis of his life, "Create in me a clean heart , O God; and renew a right spirit within me" (Ps. 51:10). Will it take a similar horror and grief to make us pray the same way, and mean it?
We need changing continually, but just as continuously we want God to change, not us. But remember, when you pray, that you are required to please God by believing in Him and by an active obedience to Him. Moreover, we should always remember that God's greatest gift to us is not in things but in His grace as manifested in Jesus Christ.
Among other things, prayer emphatically means coming to God to be changed by Him, and to know wherein we need changing. Confession is a part of prayer for this reason. It reminds us that we need God's transforming grace and power.
What are you praying about?
By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season p. 104
http://chalcedon.edu/
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lovely blog, i saw you thrue other blogger...will visit more to read your posts..blessings
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