Las marchas violentas por la paz son un hecho común en la actualidad. Nuestras ciudades están siendo atacadas, edificios públicos bombardeados y la policía agredida por nuestros amantes de la paz modernos. Tal paz como estos hombres pueden ofrecer es otra palabra por esclavitud.
La Biblia deja en claro que la paz no es una cuestión de política, sino de religión, más específicamente, de Jesucristo. La paz es un producto de un carácter interno; que va de la mano con la justicia y la verdad.
Para ilustrar: hace cien años, los mensajeros bancarios llevaban pesadas bolsas de lona de monedas de oro de arriba abajo en el mundo financiero. Cuando una bolsa se rompía, la multitud formaba un círculo alrededor de la zona, hasta que el mensajero recogiera cada pieza. Un hombre agachado cuando una bolsa se rompía, recibía una patada en la parte trasera.
Hoy en día, por supuesto, no sería seguro transportar bolsas de monedas de oro de esa manera. Por otra parte, si dicha bolsa se rompiera ahora, habría una lucha masiva por recoger el oro y correr.
La diferencia es la pérdida de la fe y el carácter cristiano. No hay ni la paz ni la seguridad en el mundo hoy en día, porque no hay paz ni justicia en la vida de los hombres.
Nuestro Señor declaró que un "buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos" (Mt. 7:17). Una humanidad corrupta está trayendo corrupción. No tenemos derecho a esperar la paz de ella.
En la profecía de la venida de Cristo, Isaías declaró que no habría final al aumento de la paz de Cristo (Is. 9:7). Todas las demás formas de paz, porque ellas son fraudulentas y nunca son la verdadera paz, fallarán. La paz de Cristo, como conquista un hombre tras otro, sólo puede crear el verdadero orden y la justicia. El gozoso mensaje de Navidad sigue siendo el mismo, por lo tanto, una promesa de paz. "Dios los tenga alegres, señores, No dejen que nada los consterne. Recuerden que Cristo nuestro Salvador nació el día de Navidad, para salvarnos a todos del poder de Satanás Cuando ya nos habíamos ido por mal camino; Oh las buenas nuevas de consuelo y gozo"
Nos hemos ido por mal camino de nuevo. Volvamos al Príncipe de Paz, que es nuestro único Salvador. Ni las marchas por la paz, los políticos, los educadores u otros nos pueden hacer en un pueblo regenerado. Este Cristo puede hacerlo, y Él prevalecerá. "Oh las buenas nuevas de consuelo y gozo."
Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna Vol. 2 pg.131
http://chalcedon.edu/
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The Prince of Peace
Violent marches for peace are a common fact today. Our cities are being attacked, public buildings bombed, and the police assaulted by our modern peace lovers. Such peace as these men have to offer is another word for slavery.
The Bible makes clear that peace is not a matter of politics but of religion, more specifically, of Jesus Christ. Peace is a product of an inward character; it goes together with righteousness and truth.
To illustrate: a hundred years ago, bank messengers carried heavy canvas bags of gold coins up and down Wall Street. When a bag broke, the crowd would form a circle around the area, until the messenger picked up every piece. A man bending over when a bag broke received a boot in the rear.
Today, it would not be safe, of course, to transport bags of gold coins that way. Moreover, if such a bag broke now, there would be a mass scramble to pick up the gold and run.
The difference is the loss of Christian faith and character. There is neither peace nor security in the world today, because there is neither peace nor righteousness in the lives of men.
Our Lord declared that a "good tree bringeth forth good fruit; but a corrupt tree bringeth forth evil fruit" (Matt. 7:17). A corrupt humanity is bringing forth corruption. We have no right to expect peace from it.
In the prophecy of the coming of Christ, Isaiah declared that there would be no end to the increase of Christ's peace (Isa. 9:7). All other forms of peace, because they are fraudulent and are never true peace, shall fail. The peace of Christ, as it conquers man after man, can alone create true order and justice. The joyful message of Christmas is still the same, therefore, a promise of peace. "God rest you merry, gentlemen, Let nothing you dismay. Remember Christ our Savior Was born on Christmas day, to save us all from Satan's pow'r When we were gone astray; O tidings of comfort and joy."
We have gone astray again. Let us return to the Prince of Peace, who is our only Savior. No peace marches, politicians, educators, or others can make us into a regenerated people. This Christ can do, and He shall prevail. "O tidings of comfort and joy."
By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season Vol. 2 p.131
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