Wednesday, December 12, 2012

El Nacimiento de Cristo: La Señal de la Victoria

Una de las profecías magníficas y rotundas respecto a nuestro Señor es Isaías 9:6-7: "Porque un niño nos es  nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto." 
   Antes de estas palabras, Isaías nos da una perspectiva sobre el mundo, aparte y en rebelión contra Dios. Es una visión de tinieblas, maldad, pesimismo, y tropiezo en la oscuridad del pecado y la miseria. El tiempo de Isaías fue el tiempo del poder de Asiria, y la amenaza de Asiria pendía sobre las naciones como una sentencia de muerte inminente, Los males de la historia parecian sólo estar intensificándose y la oscuridad profundizándose.
   El origen de esta oscuridad era la apostasía del pueblo del pacto. En lugar de ser el pueblo de dominio, ellos, en cambio, se habían hecho esclavos del pecado. En un mundo de maldad, el pecador a medias e hipócrita no puede competir con el pecador dedicado, incluso hoy en día los humanistas inconsistentes y disfrazados del Occidente no pueden competir con los humanistas militantes y sistemáticos del imperio soviético. Los frívolos de Israel no pudieron competir con los guerreros despiadados de Asiria. Estaban bajo la vara de sus opresores, pero su principal opresor era su propio pecado y la apostasía.
   Una victoria, sin embargo, estaba en el horizonte, "como en el día de Madián" (Isaías 9:4), es decir, como en los días de Gedeón. la victoria de Gedeón fue enfáticamente sobrenatural. La batalla fue del Señor, y el grito de batalla fue: "La espada de Jehová y de Gedeón" (Jueces 7:18). Antes de que Gedeón pudiera ir a la batalla él tenía que reconocer que la victoria es del Señor, y para su gloria. 
  Esta victoria es de ser más dramática: en vez de un Gedeón, esta comenzará con un niño, un niño de maravilla y un milagro. ¡Dios el Hijo invadirá la historia! "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmos 24:1). La tierra y sus pueblos pertenecen al Señor; ellos han caído bajo el dominio del pecado y están en rebelión contra Dios el Señor. Como Rey y Soberano, Él invade el mundo para recuperar su posesión y para hacerla otra vez completamente suya. Como contra el invasor Asirio, otro Invasor viene, Aquel cuyo poder creó y ordenó todas las cosas.
  
Un niño varón nacerá, "un Hijo nos es dado," el Hijo heredero de David, el Hijo unigénito de Dios. En su hombro está el gobierno de todas las cosas, para que toda la creación esté en la palma de su mano. El nombre de este niño de maravilla es Emmanuel, Dios con nosotros (Isaías 7:14), y Él es nacido de una virgen, el nuevo Adán y la Cabeza de una nueva humanidad para reemplazar la vieja humanidad de la caída de Adán.
   
Isaías describe a este rey que viene: Él es la Maravilla de las Edades, y el gran Consejero, la fuente de toda sabiduría y consejo, de modo que su palabra-ley es el gobierno y la palabra verdadera para todas las edades y todos los hombres. Este Hijo es también el Dios Fuerte, Padre Eterno, y el Príncipe de Paz. El restaura la paz al mundo y reina sobre éste en paz como el gran y eterno Príncipe y Dios.
   
Por otra parte, Su venida es el comienzo de Su reinado, el poder y dominio, por "Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite." Como Rey, El establecerá su reino con Justicia, y su ley gobernará todas las cosas para siempre." 

   Magníficamente, esta profecía no puede fallar. "El celo de Jehová de los ejércitos hará esto." Los hombres de celo son los hacedores del mundo; sus esfuerzos son débiles y limitados cuando son comparados con el celo del todopoderoso y Dios trino. ¡Su celo llevará a cabo el triunfo del Reino de Cristo!
    Lo que esta profecía nos dice claramente que es el Señor Dios se preocupa con más que la redención de nuestras almas. Su obra de salvación incluye enfáticamente nuestra salvación, pero también incluye su recuperación triunfante de toda la creación. Con la venida de Cristo, muerte, resurrección y ascensión, Dios comenzó el conmover de todas las cosas que son, para que sólo aquellas cosas que son inconmovibles puedan quedar (Hebreos 12:26-29).


Por Rousas John Rushdoony Extracto tomado de Raices de la Reconstrución pg. 530
 http://chalcedon.edu/

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Christ's Birth: The Sign of Victory 

   One of the magnificent and resounding prophecies concerning our Lord is Isaiah 9:6-7: "For unto us a child is born, unto us a son is given; and the government shall be upon his shoulder; and his name shall be called Wonderful, Counsellor, The mighty God, The everlasting Father, The Prince of Peace. Of  the increase of his government and peace there shall be no end, upon the throne of David, and upon his kingdom, to order it, and to establish it with judgment and with justice from henceforth even for ever. The zeal of the LORD of hosts will perform this."
   Prior to this words, Isaiah gives us a perspective on the world apart from and in rebellion against God. It is a view of darkness, evil, gloom, and stumbling in the darkness of sin and misery. Isaiah´s day was Assyria´s day of power, and Assyria's threat hung over the nations like an  imminent death sentence, The evils of history seem only to be intensifying and the darkness deepening. The origin of this darkness was the apostasy of the covenant people. Instead of being the people of dominion, they had become instead the slaves of sin. In a world of evil, the half-hearted and hypocritical sinner is no match for the dedicated sinner, even as today the inconsistent and masquerading humanists of the West are no match for the militant and more systematic humanists of the Soviet Empire. The triflers of Israel were no match for the ruthless warriors of Assyria. They were under the rod of their oppressors, but their foremost oppressor was their own sin and apostasy.
   A victory, however, was in the offing, "as in the day of Midian" (Isa. 9:4), i.e., as in the day of Gideon. Gideon's victory was emphatically supernatural. The battle was the Lord's, and the battle cry was, "The sword of the LORD, and of Gideon" (Judges 7:18)  Before Gideon could go into battle he had to recognize that the victory is of the Lord, and for His glory.
   This victory is to be more dramatic: instead of a Gideon, it will begin with a child, a wonder child and a miracle. God the Son will invade history! 'The earth is the LORD's and the fullness thereof: the world and they that dwell therein' (Ps.24:1) The earth and the peoples thereof belong to the Lord; they have fallen under the dominion of sin and are in rebellion against God the Lord. As King and Sovereign, He invades the world to recapture His possession and to make it again fully His. As against the Assyrian invader, another Invader is coming, One whose power created and ordained all things.
   A male child shall be born, "a Son is given," the heir-Son of David, God's only-begotten Son. On His shoulder is the government of all things, so that all creation is in the hollow of His land. This wonder-child's name is Immanuel, God with us (Isa. 7:14), and He is virgin-born, the new Adam and the Head of a new humanity to replace the old humanity of the fallen Adam.
   Isaiah describes this coming king: He is the Wonder of the Ages, and the great Councellor, the source of all wisdom and counsel, so that His law-word is the governing and true word for all ages and all men. This Son is also the Mighty God, the Everlasting Father, and the Prince of Peace. He restores peace to the world and reigns over it in peace as the great and eternal Prince and God.
   Moreover, His coming is the beginning of His reign, power, and sway, for "Of the increase of his government and peace there shall be no end." As King, He shall establish His reign with Justice, and His law shall govern all things for ever."
   Magnificently, this prophecy cannot fail. "The zeal of the LORD of hosts will perform this" Men of zeal are the doers of the world; their efforts are feeble and limited when compared with the zeal of the almighty and triune God. His zeal will perform the triumph of Christ's Kingdom!
   What this prophecy tell us plainly is that the Lord God is concerned with more than the redemption of our souls. His work of salvation does emphatically include our salvation, but it also includes His triumphant repossession of the whole creation. With Christ coming, death, resurrection, and ascension, God began the shaking of all the things which are, so that only those things which cannot be shaken may remain (Hebrews 12:26-29).


By Rousas John Rushdoony Excerpt taken from Roots of Reconstruction p. 530                        
 http://chalcedon.edu/

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