Thursday, October 27, 2011

El Retorno a la Magia (English)


  Hace algunos años, en la década de 1920, un escritor y editor liberal, no cristiano, Kenneth Burke, predijo que el mundo moderno vería un retorno a una creencia en la magia y el ocultismo. El no dió la bienvenida a esto: era simplemente establecer lo que él creía que era inevitable.
    
Su razonamiento fue la claridad misma. El hombre moderno ha rechazado a Dios y lo sobrenatural. De este modo, no se ha librado de su hambre por los milagros, por la gracia, y por el poder super-humano trabajando en la sociedad. Este hambre, Burke razonada, creará un apetito y dará lugar a un renacimiento de, el ocultismo y la magia. Los hombres buscarán la gracia y el poder desde abajo.
   
Ampliemos esta forma de pensar más allá. Los hombres han rechazado, en el siglo 20, a Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu. Después de haber negado el poder sobrenatural y la autoridad, ellos buscan sustituir esta misma necesidad por las humanistas. El líder político de nuestros días tiene más éxito el que invoca una imagen paterna y tiene cualidades "carismáticas". El resultado es una tendencia del siglo 20 a la dictadura, la política autoritaria, y el reglamento de los hombres en lugar de las leyes. Los hombres han transferido su devoción religiosa de Dios a sus líderes políticos, y los candidatos a un cargo han establecido una política salvacionista. Un pueblo ateo o humanista convierte a sus líderes políticos en líderes religiosos, y pone esperanzas en el proceso político que la política nunca puede realizar. El resultado es una gran desilusión y cinismo. El fracaso de la política moderna es inevitable: no puede dar lo que el pueblo exige de ella. Cuanto más trata de ser lo que la gente trata de hacer que sea, mayor será su fracaso y la desilusión resultante y la amargura.
   
La misma expectativa falsa, la desilusión y la hostilidad pueden ser encontradas en otras áreas, especialmente la medicina. La esposa de un médico, cansada de escuchar hablar a las pacientes mujeres sobre su marido con una fe demasiada alta pocamente realista, dijo que a veces se sentía tentada de responder: Creo que mi esposo es un médico muy bueno y un buen hombre, ¡pero yo sé que él no es Dios! Exactamente. Ninguna edad es incrédula, pueda ser impía, pero sus creencias no son menos intensas, son más bien falsamente dirigidas. Es esta dirección falsa que predispone a la gente al curanderismo: ellos esperan y exigen de todos, hijos, maridos, esposas, médicos, políticos, religiosos y científicos, más de lo que honestamente pueden ofrecer. Quieren milagros humanistas.
    
No nos debe sorprender que la prensa y el público en general hablan de los medicamentos posteriores a la Segunda Guerra Mundial como las drogas de "maravilla". El significado original y fundamental de "maravilla" son (1) un prodigio, y (2) algo sobrenatural. Ambos significados subyacen el uso popular de la palabra tal como es aplicada a las drogas, y ponen de relieve las expectativas falsamente religiosas con la que la gente se acerca a la ayuda médica. Similarmente, el "hombre biónico" no es sólo una persona de la televisión, sino una creencia popular. Pocos se detienen a pensar que las adiciones biónicas son inferiores: no pueden sustituir a una buena salud y buenas prácticas de salud. Los lentes, después de todo, son una adición "biónica" y ¡definitivamente inferior a la buena vista! Entonces también la medicina es, como los anteojos, a veces una necesidad, pero nunca es una "maravilla", su verdadero alcance es limitado aunque importante.
   
Las raíces del curanderismo están en la religión falsa, y en una fe humanista en el hombre, y los productos del hombre.


Por R. J. Rushdoony

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The Return to Magic

    Some years ago, in the 1920s, a liberal, non-Christian writer and editor, Kenneth Burke, predicted that the modern world will see a return to a believe in magic and occultism. He did not welcome this: he was simply setting down what he believed was inevitable.
    His reasoning was clarity itself. Modern man has rejected god and the supernatural. In doing so, he has not rid himself of his hunger for miracles, for grace, and for super-human power at work in society. this hunger, Burke reasoned, will create an appetite for and lead to a revival of, occultism and magic. Men will seek grace and power from below.
    Let us extend this thinking further. Men have rejected, in the 20th century, God, the Father, the Son, and the Spirit. Having denied supernatural power and authority, they seek to replace this same need by humanistic ones. The political leader in our day succeeds most who invokes a father image and has "charismatic" qualities. The result is a 20th century proneness to dictatorship, authoritarian politics, and the rule of men rather than laws. Men have transferred their religious devotion from God to their political leaders, and candidates for office set forth a salvationist politics. An atheistic or humanistic populace turns its political leaders into religious leaders, and it pins hopes on the political process which politics can never realize. The result is widespread disillusionment and cynicism. The failure of modern politics is inevitable: it can never deliver what the people demand of it. The more it tries to be what the people try to make it to be, the greater its failure and the resulting disillusionment and bitterness.
   The same false expectation, disillusionment, and hostility can be found in other areas, notably medicine. One doctor's wife, weary of listening to women patient's talk about her husband with unrealistically high faith, said that at times she was tempted to answer: I think my husband is a very good doctor and a fine man, but I happen to know that he is not God! Exactly. No age is unbelieving; it may be ungodly, but its beliefs are no less intense; they are rather falsely directed. It is the false direction which predisposes people to quackery: they expect and demand from everyone, children, husbands, wives, doctors, politicians, clergymen, and scientists, more than they can honestly deliver. They want humanistic miracles.
    It should not surprise us that the press and the public speak of the post-World War II medicines as "wonder" drugs. The original and basic meanings of "wonder" are (1) a prodigy, and (2) something supernatural. Both meanings underlie the popular usage of the word as applied to drugs, and they underscore the falsely religious expectation with which people approach medical aid. Similarly, "bionic man" is not only a television person but a popular belief. Few stop to think that bionic additions are inferior: they cannot replace good health and sound health practices. Eye-glasses, after all, are a "bionic" addition and definitely inferior to good eyes! So too medicine is, like eye-glasses, at times a need, but it is never a "wonder"; its true scope is limited though important.
   The roots of quackery are in false religion, and in a humanistic faith in man, and man's products.

By R. J. Rushdoony

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