Saturday, July 23, 2011

LA COMUNIDAD Y LA FUERZA (English)

   Porque el hombre es una criatura, no puede estar solo. Ni económicamente ni socialmente, el hombre puede ser un ermitaño, sin una pérdida grave de su función y desarrollo. La comunión y la comunidad son esenciales para el crecimiento del hombre. Por tanto, es muy importante asegurarse de que nuestra comunidad no es perjudicial o vacía, y que nuestra comunión no es en pequeñeces.
   
El ser del hombre requiere de la comunión y la comunidad con el Creador, el Dios trino. Como dijo San Agustín. "Nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en Ti." La fuerza del hombre es un resultado de su relación con Dios.
    
El hombre moderno, sin embargo, sólo tiene una ligera relación con Dios. Su "cristianismo" es en gran medida una cuestión de seguro de vida y contra incendio, no una comunidad de vida con Dios. Los hombres de hoy se relacionan más fácilmente con sus semejantes, y son mucho más dependientes de esta comunidad que de Dios. Ellos están más preocupados por lo que otras personas piensan de ellos, que por lo que Dios piensa de ellos.
   
Todo esto tiene consecuencias. Hemos visto que, en muchos secuestros y raptos, las víctimas se identifican con sus secuestradores en contra de sus propias familias o país. Pueden ser tratadas brutalmente por sus secuestradores, en un caso violadas, y sin embargo, estarán de parte de ellos en muchos casos.
   
Esto no debería sorprendernos. Si los hombres no tienen una predominante y gobernante comunión con Dios, ellos deben tener, y tendrán, tal relación con los hombres. En nuestra época humanista, los hombres sacan sus normas y leyes de los hombres, y por lo tanto, su comunidad básica y la comunión es con los hombres. Sólo a esas personas se les puede "lavar el cerebro;" en verdad, "el lavado de cerebro" es un mito. Esto simplemente significa que los hombres sin fe son dependientes y vulnerables a los hombres y serán formados por ellos. Si el Señor no nos moldea, entonces los hombres lo harán.
   
La comunión y la comunidad con el Dios trino es establecida a través de Jesucristo y su expiación. Día a día el medio de la comunidad es mantenida por la obediencia a la palabra de la ley de Dios, su camino para nuestra vida en comunión. Si seguimos a la ley del hombre como nuestro estilo de vida, es porque nuestra comunidad está con los hombres.
   
Esto no es negar por un momento que la comunidad con nuestros semejantes es esencial, pero no por razones humanistas. Tenemos hoy día una gran brecha de comunicación entre los pueblos, problemas entre las generaciones, las clases sociales, dentro de la familia, entre empleadores y empleados, y así sucesivamente. Si los hombres no están en paz con Dios, no pueden estar en paz unos con otros. La pérdida de la fe en el Dios trino es seguida por una pérdida de la comunidad entre los hombres. El aumento del antinomianismo es un síntoma de una centralidad cambiada en la vida de los hombres: la palabra del hombre y la ley han reemplazado a las de Dios. Las "virtudes" de demasiados clérigos son lo que James Saurin hace más de dos siglos llamó virtudes negativas, es decir, la abstención del mal, cuando se nos requiere también manifestar las virtudes positivas. Además, Saurin se pronunció en contra de las "virtudes mutiladas." es decir, una obediencia selectiva a Dios y su ley en la que pensamos que él es 'digno de obedecer' y una negligencia de los otros mandamientos. El vio la verdadera virtud como "conectada por los lazos de la obediencia a la voluntad de Dios."
    
Nuestro Señor dijo: "Mi comida (es decir, mi fuerza) es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" (Juan 4:34). Si la fuerza de Cristo vino de la obediencia total, ¿no vendrá nuestra fuerza y ​​comunión de la misma manera también?
Por R.J. Rushdoony

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COMMUNITY AND STRENGTH

   Because man is a creature, he cannot stand alone. Neither economically nor socially, can man be a hermit without a serious loss of his function and development. Communion and community are essential to man's growth. It is thus all important to make sure that our community is not harmful or empty one, and that our communion is not in trifles.
   Man's being requires communion and community with the Creator, the triune God. As St. Augustine said. "Our hearts are restless till they rest in Thee." Man's strength is a result of his relationship to God.
    Modern man, however, has only a slight relationship to God. His "Christianity" is by and large a matter of fire and life insurance, not a community of life with God. Men today relate more readily to their fellow men, and they are far more dependent on this community than on God. They are more concerned about what other people think of them that what God thinks of them.
   All this has consequences. We have seen, in many hijackings and kidnappings, the victims identify with their captors against their own family or country. They may be brutalized by their captors, in one case raped, and yet they will side with them in all too many cases.
   This should not surprise us. If men do not have an overruling and governing communion with God, they must have, and will have, such a relationship with men. In our humanistic age, men draw their standards and laws from men, and therefore their basic community and communion is with men. It is only such people who can be "brainwashed;" in truth, "brainwashing" is a myth. It simply means that men without faith are dependent on and vulnerable to men and will be shaped by them. If the Lord does not mold us, then men will.
   Communion and community with the triune God is established through Jesus Christ and His atonement. The day by day means of community is maintained by obedience to God's law word, His way for our life in communion. If we follow man's law as our way of life, it is because our community is with men.
   This is not to deny for a moment that community with our fellow men is essential, but not on humanistic grounds. We have today a major communications gap among peoples, problems between the generations, the social classes, within the family, between employers and employees, and so on. If men are not at peace with God, they cannot be at peace with one another. The loss of faith in the triune God is followed by a loss of community among men. The rise of antinomianism is a symp of a changed centrality in the lives of men: man's word and law have replaced God's. The "virtues" of too many churchmen are what James Saurin two centuries or more ago called negative virtues, i.e., abstaining from evil, when we are required also to manifest positive virtues. Moreover, Saurin spoke out against "mutilated virtues." ie., a selective obedience to God and His law where we think He is 'worth obeying' and a neglect of other commandments. True virtue he saw as "connected by the bonds of obedience to the will of God."
    Our Lord said, "My meat (i.e., my strength) is to do the will of Him that sent me, and to finish His work" (John 4:34). If Christ strength came from full obedience, will not our strength and communion come the same way also?
By R.J. Rushdoony

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