Friday, March 21, 2014

Los Dos Diez Mandamientos

  

Cuando Dios dio los Diez Mandamientos a Moisés, Él instituyó así las leyes para que gobiernen la relación del hombre con Dios y con sus semejantes. Los primeros cuatro mandamientos gobiernan la adoración. Los otros seis gobiernan la familia, la propiedad, el habla del hombre y el testimonio ("No hablarás contra tu prójimo falso testimonio"), y el corazón del hombre ("No codiciarás"). Con el triunfo del cristianismo en el mundo occidental, estas leyes se convirtieron básicas a toda la sociedad, y el resultado fue la civilización cristiana.

   
En 1847, sin embargo, otro grupo de diez mandamientos para el hombre y la sociedad fueron proclamados por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Fue un programa declarado deliberadamente en diez puntos con el fin de proporcionar la "nueva ley" para la humanidad, para reemplazar a la Biblia y sus Diez Mandamientos. Los nuevos "diez mandamientos" de Marx pidieron por (1) la abolición de la propiedad privada de la tierra, (2) el impuesto a la renta, (3) la abolición de todos los derechos de herencia, (4) la confiscación de todos los bienes de los rebeldes y los emigrantes; (5) un monopolio nacional bancario y la concentración y la centralización del crédito en sus manos, (6) el control estatal de las comunicaciones y el transporte, (7) la propiedad estatal de las fábricas y los instrumentos de producción, (8) la responsabilidad igual de todos al trabajo y el establecimiento de ejércitos industriales, especialmente para la agricultura, (9) la combinación de la agricultura con la industria y la abolición de la distinción entre la ciudad y el campo, (10) la educación gratuita, además el trabajo infantil como parte de la educación. El resultado, Marx creía, sería un mundo maravilloso y feliz.

   
A excepción del llamado de Marx de una nueva forma de trabajo infantil, todos sus "diez mandamientos" están ahora en funcionamiento en parte o en su totalidad. El Manifiesto Comunista es una mejor descripción de nuestros objetivos políticos que de las plataformas partidarias. Pero, cuanto más nos acercamos al cielo comunista de Marx en la tierra, más se asemeja al infierno.

   
En toda sociedad, debe haber una ley básica, una ley fundamental que establece lo correcto e incorrecto. Esto, los Diez Mandamientos, ha hecho para la civilización occidental durante siglos. Ha hecho a Dios el supremo legislador, el Juez de lo correcto e incorrecto. Los Diez Mandamientos ha hecho la adoración, la familia, la propiedad y la integridad moral básica para el hombre y la sociedad. Ha sido la base de nuestros sistemas jurídicos, como T.R. Ingram ha demostrado en El Mundo Bajo la Ley de Dios.

   
Lo que Marx quería, y lo que la política moderna está haciendo, es romper la civilización cristiana para crear un nuevo orden, uno que no se basa ni en Dios ni en el carácter de Dios, la ley y la moral, sino en el ambientismo. El hombre no es un pecador, Marx creía, y no es culpa del hombre que falla: es su medio ambiente. Cambia el medio ambiente, cambia el mundo, y vas a cambiar al hombre, y el resultado será el paraíso en la tierra.

   
Dos sistemas de ley están en guerra hoy, dos conjuntos de Diez Mandamientos. Uno ofrece al hombre la buena vida por la fe, la moral piadosa y la ley. El otro ofrece la buena vida a través de la modificación del medio ambiente, es decir, por la acción revolucionaria. Para el cristiano el ambiente verdaderamente se puede cambiar cuando los hombres son cambiados, y estos hombres luego rehacen su mundo y lo colocan bajo la ley de Dios. Para los marxistas, los hombres son cambiados al cambiar el medio ambiente, porque el hombre es sólo un reflejo de su medio ambiente, no un señor sobre él. Entre estas dos posiciones no puede haber paz ni coexistencia.


Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna p. 77

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The Two Ten Commandments

   When God gave the Ten Commandments to Moses, He instituted thereby the laws to govern man's relationship to God and to his fellow men. The first four commandments govern worship. The other six govern the family, property, man's speech and testimony ("Thou shalt not bear false witness against thy neighbour"), and the heart of man ("Thou shall not covet"). With the triumph of Christianity in the Western world, these laws became basic to all society, and the result was Christian civilization.
   In 1847, however, another set of ten commandments for man and society were proclaimed by Marx and Engels in the Communist Manifesto. I was a program stated deliberately in ten points in order to provide the "new law" for mankind, to replace the Bible and its Ten Commandments. Marx' new "ten commandments" called for (1) abolition of private property in land; (2) the income tax; (3) abolition of all right of inheritance; (4) confiscation of all property of rebels and emigrants; (5) a national bank monopoly and concentration and centralization of credit in its hands; (6) state control of communications and transport; (7) state ownership of factories and instruments of production; (8) equal liability of all to labor and establishment of industrial armies, especially for agriculture; (9) combination of agriculture with industry and the abolition of the distinction between town and country; (10) free education, plus child labor as a part of education. The result, Marx believed, would be a wonderful and happy world.
   Except for Marx' call for a new form of child labor, all his "ten commandments" are now in part or in whole in operation. The Communist Manifesto is a better description of our political goals than party platforms. But, the closer we get to Marx' communist heaven on earth, the more it resembles hell.
   In every society, there must be a basic law, a fundamental law that establishes right and wrong. This the Ten Commandments has done for Western civilization for centuries. It has made God the ultimate law-giver, the Judge of right and wrong. The Ten Commandments has made worship, family, property, and moral integrity basic to man and society. It has been the foundation of our legal systems, as T.R. Ingram has shown in The World Under God's Law.
   What Marx wanted, and what modern politics is doing, is to break up Christian civilization to create a new order, one based neither on God nor on godly character, law, and morality, but on environmentalism. Man is not a sinner, Marx believed, and it is not man's fault that he fails: it is his environment. Change the environment, change the world, and you will change man, and the result will be paradise on earth.
   Two law systems are at war today, two sets of Ten Commandments. One offers man the good life through faith, godly morality, and law. The other offers the good life through changing the environment, that is, by revolutionary action. For the Christian the environment can only truly be changed as men are changed, and these men then remake their world and place it under God's law. For the Marxist men are changed by changing the environment, because man is only a reflex of his environment, not a lord over it. Between these two positions there can be no peace nor any coexistence.


By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season p. 77
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