En un artículo reflexivo Donald E. Demary escribió en el verano de 1982, El Heraldo del Seminario Teológico Asbury sobre "El Ateísmo Leve." tomando el término de Bryon S. Lawson, él definió la preocupación, la desconfianza, la duda, y una fe débil como el ateísmo leve. Quizás un término más adecuado podría ser el ateísmo práctico, en todo caso, el punto es bueno.
El término es muy apropiado por lo que vemos alrededor de nosotros hoy en día. A fines de 1982, el pastor Everett Siliven estaba mucho en las noticias, porque se negó a permitir que el Estado de Nebraska controle el ministerio de enseñanza de la iglesia de la que es pastor, fue arrestado y encarcelado. Al mismo tiempo, juicios similares estuvieron en curso o decisiones pendientes en varios otros estados. Fui testigo de muchos de estos juicios.
El hecho más triste es que muchos de los compañeros pastores de estos hombres en juicio, no estaban con ellos. Por una variedad de razones, decidieron separarse y ser críticos. En algunos casos, sus temores a las represalias del Estado fueron más evidentes. Ahora, concedamos a la vez que el Estado es muy poderoso; además, el Estado moderno es especialmente militante, no en la lucha contra la delincuencia, sino para aplastar cualquier amenaza a su soberanía. ¡Hay muy buenas razones para tener miedo del Estado!
Hay, sin embargo, una consideración más seria. Por mucho que a veces podemos tener miedo de los hombres, necesitamos más que nunca tener miedo de Dios. Se nos dice claramente por la palabra-ley de Dios, "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" (Hebreos 10:31). Si tenemos más miedo de los hombres que de Dios, manifiestamos un ateísmo práctico. La Biblia nos dice claramente: "El temor de Jehová es para vida y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado por el mal" (Prov. 19:23). Una vez más, "El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado" (Proverbios 29:25).
... El Señor nos llama a ser la sal y la luz del mundo (Mateo 5:14), o ser expulsados por Él para ser pisoteados por las fuerzas del juicio. Cuando estamos gobernados por el miedo de los hombres, el Señor Dios nos entrega a ese temor de una manera total: "Y a los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos", que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán, como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga."(Lev. 26:36).
Cuando Franky Schaeffer produjo la película, ¿Qué Fue De La Raza Humana?, la reacción de muchos pastores coincidió con la descripción de Levítico 26:36. Ellos ya estaban en cautiverio al temor del hombre. ¿Qué esperanza pueden esperar de Dios sin arrepentimiento? No hubo, obviamente, con cada uno de estos hombres "temor de Dios delante de sus ojos" (Salmo 36:1)
Pocos de nosotros somos naturalmente valientes, y el valor natural o la audacia no es el asunto aquí, sino la fe y una audacia santa. No podemos tener esa valentía divina si no oramos por ella y la cultivamos.
Seremos gobernados por el temor, ya sea el temor de Dios o por el temor del hombre. Nos levantaremos y negaremos a alguien, ya sea Dios o el hombre. A muchos de nosotros no nos gusta los enfrentamientos, pero Dios los requiere, y la vida es un enfrentamiento continuo con problemas, con el mal, y con oportunidades. Todos los enfrentamientos son oportunidades si los afrontamos en Cristo, quién hace que todas las cosas ayudan para el bien de los que le aman, a todos los que son llamados en Cristo (Rom. 8:28).
Por R. J. Rushdoony
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Mild Atheism
In a thoughtful article Donald E. Demary wrote in the summer, 1982, Asbury Theological Seminary Herald on "Mild Atheism." borrowing the term from Bryon S. Lawson, he defined worry, distrust, doubt, and a weak faith as mild atheism. Perhaps a better term might be practical atheism; at any rate, the point is a good one.
The term is a very fitting one for what we see all around us today. In late 1982, Pastor Everett Siliven was very much in the news; because he refused to allow the State of Nebraska to control the teaching ministry of the church of which he is pastor, he was arrested and jailed. At the same time, similar trials were under way, or decisions pending, in several other states. I was a witness at many of these trials.
The sad facts is that many of the fellow pastors of these men on trial did not stand with them. For a variety of reasons, they chose to separate themselves and to be critical. In some instances their fears of state reprisals were most evident. Now, let us concede at once that the state is very powerful; moreover, the modern state is specially militant, not in dealing with crime, but in crushing any threat to its sovereignty. There are very good reasons for being afraid of the state!
There is, however, a more serious consideration. However much at times we may be afraid of men, we need all the more to be afraid of God. We are plainly told by god's law-word, "It is a fearful thing to fall into the hands of the living God" (Heb. 10:31). If we are more afraid of men than of God, we manifest a practical atheism. The Bible tells us plainly, "The fear of the Lord tendeth to life and he that hath it shall abide satisfied; he shall not be visited with evil" (Prov. 19:23). Again, "The fear of man bringeth a snare; but whoso putteth his trust in the Lord shall be safe" (Prov. 29:25).
...The Lord summons us to be either the salt and the light of the world (Matt. 5:14), or be cast out by Him to be trampled underfoot by the forces of judgment. When we are ruled by the fear of men, the Lord God gives us over to that fear in a total way: " And upon them that are left alive of you I will send a faintness into their hearts in the lands of their enemies" and the sound of the shaking leaf shall chase them; and they shall flee, as fleeing from a sword and they shall fall when none persueth" (Lev. 26:36).
When franky Schaeffer produced the film, Whatever Happened to the Human Race?, the reaction of many pastors matched the description of Leviticus 26:36. They were already in captivity to the fear of man. What hope can they expect from God without repentance? There was obviously with each of these men "no fear of God before his eyes" (Ps. 36:1)
Few of us are naturally courageous, and natural courage or boldness is not the issue here, but faith and a holy boldness. We cannot have this godly courage if we do not pray for it and cultivate it.
We will be governed by fear, either the fear of God or by the fear of man. We will stand up to and deny someone, either God or man. Most of us dislikes confrontations, but God requires them, and life is a continual confrontation with problems, with evil, and with opportunities. All confrontations are opportunities if we meet them in Christ, who makes all things work together for good to them that love him, to all who are the called in Christ (Rom. 8:28).
By R. J. Rushdoony
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