Wednesday, August 17, 2011

EL TEMOR A LA LIBERTAD (English)

   Uno de los temores más grandes del siglo XX es de la libertad. La libertad es honrada en nombre pero no en realidad. El hombre moderno de hoy quiere, lo que el Dr. Elgin Groseclose ha denominado acertadamente la sociedad sin riesgo, una sociedad en la que el fracaso es imposible, la pobreza y los problemas son abolidos, y la causalidad y las consecuencias nunca prevalecen.
   
En los juicios de las Escuelas Cristianas y las iglesias en las que soy con regularidad un testigo judicial, encuentro eso implícito en la posición de los funcionarios estatales y federales, es la creencia de que la sociedad no regulada es capaz de producir sólo caos. Un escenario imaginario se cita a menudo en la  conversación sobre los abusos que podrían resultar.
   
¿Cuál es la respuesta a esa pregunta? Muy simple, es cierto que los abusos pueden suceder. En un estado, donde un gran número de escuelas en casa existen, una familia hizo poco para educar a sus dos hijos. Sin embargo, todas las otras escuelas en casa están produciendo estudiantes superiores hasta muy superiores, mientras que, dado el mismo número de niños en una toma de muestras de la escuela pública, los resultados son generalmente muy malos, y la tasa del analfabetismo creciente. Igualmente, he encontrado colegios cristianos débiles, pero, en comparación con las escuelas estatales, los colegios cristianos son considerablemente superiores.
   
Está claro que la libertad de enseñanza ha producido la superioridad en las escuelas cristianas, mientras que la regulación ha llevado a la inferioridad y la incompetencia en las escuelas estatales. Por otra parte, como los reglamentos han aumentado, la calidad ha disminuido.
   
En la búsqueda de una respuesta libre de problemas, los estatistas han dependido en reglamentos, y éstas sólo han aumentado los problemas. Lo mismo se aplica a otros ámbitos, incluyendo el económico.
   
... Los reguladores por lo tanto ven el desastre cuando los precios suben, y el desastre, cuando los precios bajan. De hecho, sólo ven el desastre, donde prevalece el mercado libre. Su confianza sólo está en sus propios reglamentos.
  
Ellos tienen un temor religioso de la libertad. Una filosofía o fe, que ve al Estado como dios temerá a cualquiera y todas las disminuciones del poder del estado de controlar y regular. Temerá a la libertad como el camino obvio al infierno.
   
Aquellos, sin embargo, que creen que esta es la creación de Dios, y que la libertad permite las leyes ordenadas por Dios para cada ámbito a prevalecer más fácilmente, darán la bienvenida a la libertad y al cambio como necesarios para el progreso y como la defensa más segura contra la tiranía del hombre.
   
Donde el hombre juega a ser dios y trata de predestinar todo y cada ámbito en términos de su propio consejo y plan, el desastre sobreviene. El plan del hombre va en contra del plan de Dios, y sólo la orden de Dios puede prevalecer.
   
El mundo se está moviendo en la mayor crisis económica de la historia. Es una crisis religiosa, el producto de los esfuerzos del hombre de jugar a ser dios y controlar todas las cosas. Para el hombre humanista, la libertad es anatema, porque va en contra de la planificación científica y el control. La crisis creciente es, pues, de carácter religioso, y debemos ver esto como el juicio de Dios sobre una orden falsa y rival. La crisis debe ser vista como buenas noticias, como evidencia de que Dios está en guerra, que la paga del pecado en cualquier ámbito siempre es la muerte, y que cada torre de Babel que el hombre erige tiene un destino común, el desastre y la confusión. El Señor está trabajando, dejar que el pueblo se regocije.

 
Por R.J. Rushdoony

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THE FEAR OF FREEDOM

   One of the great fears of the twentieth century is of freedom. Freedom is honored in name but not in fact. Modern man today wants what Dr. Elgin Groseclose has so aptly termed the riskless society, a society in which failure is impossible,poverty and problems are abolished, and causality and consequences never prevail.
   In the trials of Christian Schools and churches at which I am regularly a court witness, I find that implicit in the position of state and federal officials is the belief that the unregulated society is capable of producing only chaos. An imaginary scenario is often cited in conversation about the abuses which could ensue.
   What is the answer to that question? Very simply, it is true that abuses can ensue. In one state, where a large number of home schools exist, one family has done little to educate their two children. However, all other home schools are producing superior to very superior students, whereas, given the same number of children in a public school sampling, the results are usually very bad, and the illiteracy rate growing. Likewise, I have encountered weak Christian schools, but, compared to the state schools, the Christian schools are dramatically superior.
   Clearly, educational freedom has produced superiority in the Christian schools, whereas regulation has led to inferiority and incompetence in the state schools. Moreover, as the regulations have increased, the quality has decreased.
   In striving for a problem-free answer, the statists have relied on regulations, and these have only increased the problems. The same applies to other realms, including the economic.
   ...The regulators thus see disaster when prices go up, and disaster when prices go down. In fact, they see only disaster  where the free market prevails. Their only confidence is in their own regulations.
   They have a religious fear of freedom. A philosophy or faith which sees the state as god will fear any and all diminutions of the state's controlling and regulating power. It will fear freedom as the obvious road to hell.
   Those , however, who belief that this is God's creation, and that freedom allows God's ordained laws for every realm to prevail more readily, will welcome freedom and change as necessary to progress and as the surest defense against the tyranny of man.
   Where man plays god and seeks to predestine each and every realm in terms of his own counsel and plan, disaster ensues. Man's plan runs counter to God's plan, and only God's order can prevail.
   The world is moving into the greatest economic crisis of history. It is a religious crisis, the product of man's efforts to play god  and to control all things. For humanistic man, freedom is anathema, because it runs counter to scientific planning and control. The growing crisis is thus a religious one, and we must  see it as God's judgment on a false and rival order. The crisis must be seen as good news, as evidence that God is at war, that the wages of sin in any sphere are always death, and that every tower of Babel man erects has a common destiny, disaster and confusion. The Lord is at work; let the people rejoice.

By R.J. Rushdoony     

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