Tuesday, January 21, 2014

El Impuesto de Dios

  
El diezmo es el impuesto de Dios. Es requerido de los hombres por Dios como su propietario, ya que, como la Biblia declara repetidamente: "De Jehová es la tierra" (Éx. 9:29; Salmo 24:1, etc.). Dios requiere el diezmo como su impuesto, pero no, como Jesucristo declaró, a expensas de "lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello" (Mt. 23:23), es decir, el diezmo debe ir de la mano con la moralidad piadosa.

   
La premisa básica del diezmo es, pues, que "De Jehová es la tierra", y Él la concede a los hombres a cambio del diezmo y la obediencia de la fe. Cuando los hombres y las naciones descuidan su deber para con Dios, el resultado es el juicio.

   
Debido a que "De Jehová es la tierra," no puede ser reclamada por el Estado, cobrada de impuestos por el Estado, o tomada por la fuerza por el Estado. Tales acciones son la marca de un tirano (1 S. 8:11-18). La historia de Nabot y su viña es un caso clásico de la tiranía de un Estado expropiador y el gobernante.

   
El diezmo pertenece a Dios, no a la iglesia. "Y el diezmo de la tierra ... de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová" (Lv. 27:30). La iglesia no tiene derecho a igualarse con Dios mismo. Cuando la iglesia es fiel a su Señor, entonces y sólo entonces tiene el derecho de recibir los diezmos. Si los hombres dan a una iglesia que niega a Jesucristo, que predica un evangelio social anticristiano, y que proclama otro plan de salvación, dar a esa iglesia,  no es dar un diezmo a Dios, sino contra él. Significa participar en una obra anticristiana.

   
Malaquías declara que negar a Dios lo que le corresponde es robarle, y el resultado es "una maldición", mientras que, dando a Dios lo suyo resulta en tan grande "bendición hasta que sobreabunde" (Mal. 3:8-10). Lo que es de Dios debe ser dado a Dios, para causas religiosas verdaderamente piadosas, incluso como lo que es del César, al Estado, debe ser dado al César (Marcos 12:17).

   
En el Antiguo Testamento, el diezmo era para la ayuda de los sacerdotes y levitas. La función de estos hombres era más de lo que hoy llamamos religioso: incluía la educación y muchas otras funciones sociales, todo desde un punto de vista estrictamente religioso. Así pues, el diezmo mantenía, entre otras cosas, tanto a la crianza religiosa y a la adoración, y para las escuelas. La función de la enseñanza de los sacerdotes y los levitas se cita a menudo en la Escritura.

   
El propósito del diezmo era para dar a Dios lo que le corresponde, pero también sirvió para proteger la propiedad. El diezmo era un testigo manifiesto de que Dios es el Señor sobre la propiedad, y no el Estado, y la propiedad está sujeta a las leyes de Dios, no a las leyes del Estado. La ley bíblica protege estrictamente los derechos de propiedad. Como H.B. Rand señaló en el Resumen de la Ley Divina,


      En ninguna parte de la Biblia hay alguna indicación de que 

      los derechos de propiedad siempre se abolirán. Por el 
      contrario, tales derechos son enfatizados y las salvaguardias
      están colocadas alrededor de esa propiedad para proteger a un hombre 
      en sus posesiones. La libertad para el individuo es inexistente 
      apartada de la libertad de posesión y la protección 
      de las tenencias personales y la propiedad, con 
      la compensación adecuada por su pérdida o destrucción.

Por R.J. Rushdoony Extracto tomado de Una Palabra Oportuna Vol . 2 pg. 68


 http://chalcedon.edu/
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God's Tax

   The tithe is God's tax. It is required of men by God as their landlord, because, as the Bible repeatedly declares, "The earth is the LORD's" (Exod. 9:29; Ps. 24:1, etc). God requires the tithe as His tax, but not, as Jesus Christ declared, at the expense of "the weightier matters of the law, judgment [justice], mercy, and faith: these ought ye to have done, and not to leave the other undone" (Matt. 23:23), that is, tithing must go hand in hand with godly morality.
   The basic premise of the tithe is thus that "The earth is the LORD's," and He bestows it upon men in return for the tithe and the obedience of faith. Where men and nations neglect their duty to God, the results is judgment.
   Because "The earth is the LORD's," it cannot be claimed by the state, taxed by the state, or seized by the state. Such actions are the mark of a tyrant (1 Sam 8:11-18). The story of Naboth and his vineyard is a classic case of the tyranny of an expropriating state and ruler.
   The tithe belongs to God, not to the church. "And all the tithe of the land ... is the LORD's: it is holy unto the LORD" (Lev. 27:30). The church has no right to equate itself with God. When the church is faithful to its Lord, then and then only is it entitled to receive the tithe. If men give to a church that denies Jesus Christ, which preaches an anti-Christian social gospel, and which proclaims another plan of salvation, to give to that church is not to give a tithe to God but against Him. It means participating in an anti-Christian enterprise.
   Malachi declared that denying God His due was robbing Him, and it results in "a curse," whereas, yielding God His due results in so great "a blessing, that there shall not be room enough to receive it" (Mal. 3:8-10). What belongs to God must be rendered to God, to truly godly religious causes, even as that which belongs to Caesar, to the state, must be render to Caesar (Mark 12:17).
   In the Old Testament the tithe went to the support of the priests and Levites. The function of these men was more than what we today call religious: it included education and many other social functions, all from a strictly religious perspective. The tithe thus provided for, among other things, both religious nurture and worship, and for schools. The teaching function of priests and Levites is often cited in Scripture.
   The purpose of the tithe was to render unto God His due, but it also served to protect property. The tithe was a manifest witness that God is the Lord over property, and not the state, and property is subject to the laws of God, not the laws of the state. Biblical law strictly protects property rights. As H.B. Rand noted in the Digest of the Divine Law,

      Nowhere in the Bible is there any indication that
      property rights are to ever be abolished. On the
      contrary, such rights are emphasized and safeguards
      are placed around that property to protect a man
      in his possessions. Liberty for the individual is non-
      existent apart from freedom of possession and the
      protection of personal holdings and property, with
      adequate compensation for its loss or destruction.

By R. J. Rushdoony Excerpt taken from A Word in Season Vol. 2 p.68 
 
 http://chalcedon.edu/

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