Thursday, May 17, 2012

La Ley y los Fariseos (English)

   Las iglesias "estrictas" que se enorgullecen de ser firmes bíblicamente, suelen ser las más anárquicas en su opinión de la Escritura. Dos ejemplos pueden ser citados.
   
Un pastor en una denominación que permite el divorcio por motivos de adulterio, declaró que se negaba siempre a realizar cualquier ceremonia de matrimonio en que una persona divorciada estaba involucrada. Cada congregación que había servido, había acordado con él en su postura. El divorcio, dijo, es un asunto sucio, y tiene que haber culpabilidad en ambas partes; se necesitan dos para una pelea, y yo no soy Dios, ¿cómo puedo juzgar? Detrás de esta aparente humildad, está el orgullo más arrogante. No se necesitan dos para una pelea: más de una persona inocente ha sido asaltada a lo largo de los años. El mal no necesita ninguna excusa para hacer la guerra al justo. Cuando le pregunté a este pastor si admitía que la Escritura permite el divorcio por adulterio, él estuvo de acuerdo en que lo hace. El punto, entonces, yo insistí, era que él estaba tratando de ser más santo que Dios y estaba manipulando con las Escrituras no menos que cualquier modernista. Él estaba privando al pueblo de Dios su justicia debida y la libertad que la palabra de Dios les concede.
   
En otro caso, una mujer joven, miembro de una iglesia reformada, fue abandonada por su marido, quien comenzó a vivir con otra mujer adúlteramente; esta otra mujer era una heredera cuyo dinero él tenía la intención de disfrutar. Él hizo esta declaración a mí y a su esposa. Esta relación pronto se rompió, sólo para ser seguida por otras uniones de este tipo en otro estado. La esposa, una mujer particularmente buena, había sido criada a considerar el divorcio como algo vergonzoso y sólo de mala gana consiguió el divorcio de su marido, desaparecido hace tiempo, quien había conseguido un divorcio mexicano y se volvió a casar. Cinco años más tarde, después de un traslado a otro vecindario en la misma ciudad (no muy grande), ella solicitó la membresía (por transferencia) a la iglesia cuyo pastor es G.


Pensé unirme a la congregación del Rev. G. y fui a conversar con él a fines de Enero. ¿Sabes lo que me dijo??? Dijo que el cónyuge que abandona lo hace "porque no está satisfecho". Expresé mi desacuerdo, y dijo que era "puro sentido común" verlo como tal. Cuando le pedí una explicación, él dijo que "un tercero tendría que decidir" la validez de tal deserción. Se habló más, pero me sentía tan podrida, sucia al dejarle; sentí que me estaba culpando por el pecado de mi ex esposo.

 Toda la historia era más o menos conocida por el pastor; él simplemente no tenía ganas de "involucrarse" con las personas divorciadas en su iglesia. Su propia naturaleza depravada fue claramente manifiesta en su razonamiento. Su idea de la motivación era radicalmente anticristiana. Las acciones de los hombres para un cristiano tienen sus raíces ya sea en el pecado o la gracia, no en el "fracaso" de alguien para "satisfacer", claramente no era cierto en este caso. El hecho simple es que la señora B., una mujer piadosa, había actuado en una forma totalmente cristiana a través del matrimonio y había crecido en la gracia y madurez intelectual a un grado considerable como resultado de sus experiencias. Para este fariseo reformado, su  evidente gracia cristiana (de ella), era demasiado inquietante para la superficie suave de su hipocresía (de él). Aún como una persona entre mil o dos, él no quería ser parte ya sea de su "problema" (el divorcio) o su gracia obvia.
   
Mientras tanto, este hombre y otros como él van a tolerar el adulterio (pero no el divorcio), siempre y cuando la apariencia de la santidad no es perturbada. De los tales es el reino de Satanás. 


Por R.J. Rushdoony
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The Law and the Pharisees

   "Strict" churches which pride themselves on being scripturally sound are often the most lawless in their view of the Scripture. Two examples can be cited.
   A minister in a denomination which permits divorce on the grounds of adultery stated that he refused always to perform any marriage ceremony where a divorced person was involves. Every congregation he had served had agreed with him in his stand. Divorce, he said, is a dirty business, and there has to be guilt on both sides; it takes two to make a fight, and I am not God, so how can I judge? Behind this seeming humility is the most arrogant pride. It does not take two to make a fight: more than one innocent person has been assaulted over the years. The evil need no excuse to wage war on the righteous. When I asked this minister if he admitted that Scripture permits divorce for adultery, he agreed that it does. The point then, I insisted, was that he was trying to be more holy than God and was tampering with Scripture no less than any modernist. He was depriving God's people their due justice and the freedom God's word grants them.
   In another case, a young woman, member of a Reformed church, was deserted by her husband, who began to live adulterously with another woman; this other woman was an heiress whose money he intended to enjoy. He made this statement to me and to his wife. This relationship soon broke up, only to be followed by other such unions in another state. The wife, a particularly fine woman, had been reared to regard divorce as shameful and only reluctantly secured a divorce from her long-gone husband, who had secured a Mexican divorce and remarried. Five years later, after a move into another neighborhood in the same city (none too large), she applied for membership (by transfer) to the church whose pastor is G.

I thought to join Rev. G.'s congregation and went for a talk with him late in January. Do you know what he said to me??? He said that a spouse who leaves does so "because he is not satisfied." I expressed disagreement, and he said it was "plain horse-sense" to see it as such. When I asked for an explanation he said that "a third party would have to decide" the validity of such desertion. There was more said, but I felt so rotten-dirty upon leaving him; I felt he was blaming me for my ex-husband's sin.

The entire story was more or less known to the minister; he simply had no desire to "get involved" with divorced people in his church. His own reprobate nature was clearly manifest in his reasoning. His idea of motivation was radically anti-Christian. The actions of men for a Christian have their roots in either sin or grace, not in the "failure" of someone to "satisfy," clearly not true in this case. The plain fact is that Mrs. B., a godly woman, had acted in a thoroughly Christian manner throughout the marriage and had grown in grace and intellectual maturity to a considerable degree as a result of her experiences. For this Reformed Pharisee, her obvious Christian grace was too disquieting to the smooth surface of his hypocrisy. Even as one person among a thousand or two, he wanted no part of either her "problem" (divorce) or her obvious grace.
   Meanwhile, this man and others like him will tolerate adultery (but not divorce) as long as the appearance of holiness is not disturbed. Of such as is the kingdom of Satan.

By R.J. Rushdoony

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